Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 11 de abril de 2012

LEONIE SWANN. LAS OVEJAS DE GLENNKILL

Hola, buenos días. Esta semana, en Todos los libros un libro, quiero presentaros una novela perteneciente a un género que aparece con relativa frecuencia en esta sección en la que cada miércoles os ofrecemos una propuesta, una sugerencia de lectura. Hoy os traigo una novela policíaca, una muy interesante novela de intriga detectivesca, aunque con unos rasgos peculiares que la hacen singular, originalísima y, por ello, además de por su calidad, altamente recomendable, sobre todo en estos días que para algunos son aún vacacionales, unos días en los que se agradece una lectura entretenida, relativamente ligera y amena. Se trata de Las ovejas de Glennkill, escrita por la debutante Leonie Swann, una novela que se ha convertido en un extraordinario éxito de ventas en Alemania, país del que procede su autora y en donde vendió un millón de ejemplares solamente en esa lengua. La enorme repercusión popular del libro ha propiciado su versión cinematográfica que ya se halla en proceso de desarrollo. Del mismo modo, en estos días ve la luz en nuestras librerías ¡Qué viene el lobo!, la continuación, con la misma temática e idénticas protagonistas, del título original. El primer libro de la serie, del que quiero hablaros hoy pues no he podido leer aún el segundo, lo editó en España en 2007, con la traducción de María José Díez y Diego Friera, la editorial Salamandra que lleva tiempo manteniendo una política de publicaciones muy seria y coherente, con una oferta no demasiado abundante pero siempre rigurosa y de calidad.

En un prado cercano a la pequeña aldea de Glennkill, un pueblito tranquilo y pintoresco de la verde Irlanda, aparece un buen día, inopinadamente, el cadáver de George Glenn, un pastor que yace, trágica y salvajemente atravesado por una pala, en la hierba de una colina cercana a la caravana en la que habita y a los pastos en los que sus ovejas desarrollan su aparentemente insulsa existencia de rumiantes. A partir de este macabro acontecimiento inicial se desencadena el proceso de indagación, búsqueda y descubrimiento del culpable o de los culpables, pues todo apunta a un asesinato: se desatan los rumores y las especulaciones, surgen los primeros sospechosos, se analizan las pruebas, se estudian los indicios, se dilucidan los motivos, se contrastan coartadas, se plantean hipótesis, en definitiva, se desenvuelve el itinerario típico de la investigación de un crimen. Lo novedoso en la novela que os comento es que el papel del detective inquisitivo, del indagador curioso, del sagaz investigador, lo desempeña el propio rebaño del pastor George; serán las ovejas -desde cuya perspectiva se narra la novela, en un enfoque, como digo, muy original y ciertamente insólito- las que intentarán desentrañar el misterio, el doloroso enigma de la muerte de su pastor. Al parecer, la autora, Leonie Swann, gestó el libro en París, en donde había vivido durante una época y donde sintió añoranza de la vida rural y de las ovejas que conoció en un viaje a Irlanda.

Al optar por narrar la historia desde el punto de vista de las ovejas, Leonie Swann asume un difícil compromiso, un reto complejo que, a mi juicio, supera con creces: trasladar al lector las reflexiones, la sensibilidad, las percepciones, las claves del comportamiento, los criterios de análisis, la “personalidad” -permitidme esta licencia- de las ovejas. El rebaño pone en juego todas sus armas en la pesquisa del crimen: su elemental pensamiento ovino, su poderoso instinto animal, su intenso olfato, sus rutinarias costumbres de seres irracionales, pero también su profundo conocimiento del universo humano, derivado no sólo de su secular contacto con los ‘rebaños’ de personas -como ellas dicen- sino de un hecho también especialísimo y que es otro de los logros de la novela. George, el pastor, mientras vivía, tenía la costumbre, muy apreciada por sus ovejas, de leerles regularmente novelas románticas, tratados de enfermedades del ganado, cuentos de hadas. De esas lecturas extraen las investigadoras las claves -muchas veces erróneas, deformadas por la narración literaria- de su comprensión de los seres humanos.

La novela, más allá de este planteamiento peculiar y novedoso, tiene otros aciertos. Singularmente su prosa ágil, su fresco modo de contar, que nos transporta con facilidad a la mente de los ovinos. También, y de modo muy destacado, su humor. Las ovejas de Glennkill es un libro entrañable, desenfadado, lleno de ironía. Hay, incluso, una especia de parodia, o más bien de cita, de homenaje, a las novelas detectivescas de Agatha Christie. La oveja que encabeza la investigación, la más aguda e ingeniosa detective del rebaño se llama Miss Maple, en una clara referencia a la Miss Marple de la Christie. Además, de un modo preliminar aparece, como en tantos otros relatos de este género, un listado de dramatis personae, en este caso, obviamente, dramatis oves, es decir de los nombres de los principales personajes, de las principales ovejas que protagonizarán la historia, con una breve reseña de sus rasgos más significativos que permitan su identificación a lo largo del texto. Así, os encontraréis, incluso antes de que se plantee la trama, con Melmoth, Maude, Mopple The Whale, Othello o Sara… algunos de los protagonistas de este libro divertido e interesante, aunque sencillo y sin más pretensiones.

Miss Maple y sus compañeras vuelven a ser las protagonistas de ¡Que viene el lobo!, la segunda novela de la serie en la que se narra un nuevo caso en el que se ve envuelto el curioso rebaño de ovejas detectives. Al parecer, tal y como señala la nota editorial, las ovejas abandonan las verdes praderas de Irlanda y viajan al continente. Una vez allí, se instalan al abrigo de un remoto castillo francés, a primera vista un paraje ideal que, sin embargo, pronto se verá perturbado por acontecimientos misteriosos.

En fin, estamos ante un libro, este Las ovejas de Glennkill, menor, no se trata de alta literatura; pero tras su ligereza, tras su falta de pretensiones se encierra una historia amable que puede ofreceros, en estos últimos días de vacaciones, unas horas de entretenimiento y disfrute.

Ovejas, también, en el vídeo que cierra esta entrada. Un clásico, Sheep, de Pink Floyd, con treinta y cinco años a sus espaldas. Espero que os guste. Hasta la semana que viene.


El sol lucía alto en el cielo, y el mar no traía viento alguno. Las únicas que parecían indiferentes al calor eran las moscas, que zumbaban infatigables alrededor del hocico de las ovejas y se les metían en las orejas. Ello ofreció un pretexto incluso a las más escépticas para reunirse como si nada bajo las frescas ramas del árbol de la sombra, donde Melmoth se recostó sobre un blando colchón de hojarasca y contó su historia. Hasta el cordero de invierno llegó a asomarse por el tronco y, como las ovejas se sentían demasiado apáticas para ahuyentarlo, se quedó.
Así fue como ese inmaculado día de verano todas las ovejas de George se quedaron heladas. Melmoth habló como las ovejas nunca habían oído hablar, no sólo con palabras, sino con el viento en la lana y el corazón tembloroso, de manera que las ovejas no tardaron en correr con él por la oscuridad.
En las historias de Melmoth hacía un frío glacial.



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