Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 16 de octubre de 2013

JAMES AGEE. UNA MUERTE EN LA FAMILIA

Hola, buenas tardes. Sed bienvenidos un miércoles más a Todos los libros un libro, el espacio de Radio Universidad de Salamanca en el que semanalmente os ofrecemos una propuesta de lectura que intentamos resulte de vuestro agrado y os sirva de orientación entre la infinidad de publicaciones que ven la luz cada mes en nuestro desmesurado mercado editorial. Hoy quiero presentaros una novela llena de emoción y sentimiento, escrita por James Agee y publicada por Alianza Editorial en su colección Alianza literaria bajo el título de Una muerte en la familia. El libro se publicó el pasado 2007 en traducción de Carmen Criado.
 
Una muerte en la familia es la obra principal de James Agee, por la que recibió el premio Pulitzer en 1957. Agee, fue también guionista de cine -escribió entre otros los guiones de La reina de África de John Huston y de La noche del cazador de Charles Laughton- y, sobre, todo periodista. Su obra mayor en este ámbito es la magnífica Elogiemos ahora a hombres famosos, publicada originariamente en España por Seix Barral -un volumen casi inencontrable- y reeditada hace pocos años en una edición excelente por Planeta. En Elogiemos ahora a hombres famosos, que también os recomiendo vivamente, pues se trata de un auténtico clásico que nadie con un mínimo interés por la lectura, por la vida, en realidad, debería perderse, se recopilan sus artículos, intensos, contundentes, incisivos, sobrecogedores, escritos en 1936, a partir de su visita de varias semanas, en compañía de otro artista genial, el fotógrafo Walker Evans, a los campamentos de los granjeros de Oklahoma, Kansas, Nebraska y, en general el Medio Oeste americano, obligados a desplazarse hacia California a consecuencia de la sequía, la dureza del clima y los efectos de la crisis provocada por el crack bursátil de 1929. Hace algunos años, aquí, en Todos los libros un libro, os hablé de Las uvas de la ira, del Nobel estadounidense John Steinbeck, y de la película homónima, dirigida por John Ford, una obra maestra del cine. En ambos casos, novela y film, la huella de Elogiemos ahora a hombres famosos es muy ostensible y su consulta previa enriquece el disfrute y amplía la comprensión de las obras.
 
Pero el libro del que hoy quiero hablaros no es un documento sino una obra de ficción, una novela, una conmovedora y emotiva novela. El argumento de Una muerte en la familia es sencillo, trivial, banal, incluso. Un niño, Rufus, vive una existencia aparentemente plácida, como lo son todas en estas edades infantiles, rodeado de una familia que puede representar el emblema de la familia media norteamericana. Su padre, Jay, su madre, Mary, y su pequeña hermana Catherine viven en Knoxville, que es además el pueblo natal de James Agee (en lo que constituye uno más de los múltiples detalles autobiográficos de una novela que claramente recrea la infancia de su autor). Una noche, Jay muere en accidente de tráfico cuando volvía a su hogar tras un viaje inesperado causado por la repentina enfermedad de su propio padre. A partir de este hecho, la vida familiar cambia de manera radical. El desconcierto y el dolor, la perplejidad y la incertidumbre que deja la ausencia del padre en su mujer y en su hijo (la pequeña Catherine no es consciente apenas de la gravedad del hecho) constituyen el núcleo central de la novela, que indaga en los sentimientos humanos con ternura e intensidad, con belleza y emoción, con amor, lirismo y verdad.
 
La estructura del libro es también muy simple y eficaz, acorde con la sencillez de los hechos narrados. Una serie de capítulos, que ocupan la parte principal del libro, nos cuenta en tercera persona, desde fuera, la historia central de la novela: la noche en la que Jay recibe la llamada que lo hará ponerse en camino, el accidente, la tensa espera de la llegada del cadáver, la presencia de los parientes, la vida tras la muerte del padre. En otra parte del libro, intercalada con la anterior y bastante menos extensa, se recogen -con una tipografía distinta, en cursiva, para significar el cambio de registro- las reflexiones en primera persona de Rufus, su atracción por el mundo adulto, los miedos infantiles, la inocencia y la ingenuidad del niño, el dramático impacto de la ausencia paterna, su difícil y tortuoso despertar hacia una prematura madurez.
 
Es un libro excelente este Una muerte en la familia, que no deberíais dejar de leer. Recientemente José María Guelbenzu, inició su crítica en El País señalando literalmente que pocas novelas hay en la literatura norteamericana del siglo XX que puedan medirse con ésta. Sea o no exagerada la afirmación del crítico, es sin duda un libro extraordinario que os va a entusiasmar. Y de relaciones familiares, de hijos que recuerdan a padres desaparecidos, trata Dance with my father, la canción, interpretada por Luther Vandross, con la que cerramos el espacio por hoy.
 
 
Después del desayuno entró perezosamente en la sala y miró a su alrededor, pero no vio ningún sitio donde le apeteciera sentarse. Se sentía vacío e indolente, y, al mismo tiempo, embargado por una excitación solemne, como si fuera la mañana de su cumpleaños, sólo que éste parecía ser aún más especialmente su día. No había nada en él fuera de lo normal, pero estaba henchido de una especie de energía silenciosa e invisible. Recordó la cara de su madre mientras le hablaba, y oyó su voz una y otra vez, y, mientras miraba a su alrededor en la sala y hacia la calle por la ventana, las palabras se repitieron una y otra vez. Ha muerto. Murió anoche mientras yo dormía y ahora ya es por la mañana. Está muerto desde anoche y yo no lo he sabido hasta que me he despertado. Ha estado muerto toda la noche mientras yo dormía, y ahora es por la mañana y yo estoy despierto, pero él sigue muerto y seguirá muerto toda la tarde, y toda la noche, y todo mañana, y mientras yo vuelva a dormir otra vez y vuelva a despertar otra vez y vuelva a dormir otra vez, y nunca más podrá volver a casa, pero le veré una vez más antes de que se lo lleven. Ahora está muerto. Murió anoche mientras yo dormía y ya es por la mañana.

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