WILLIAM McBRIEN. COLE PORTER. UNA BIOGRAFÍA
Hola, buenas tardes, bienvenidos a Todos los libros un libro. Un miércoles más sale a vuestro encuentro el breve espacio de Radio Universidad desde el que semanalmente os ofrecemos una propuesta de lectura escogida con criterios de calidad e interés y que pretende poneros en contacto con libros no siempre demasiado conocidos -aunque no tengo reparo alguno en centrar mis comentarios en obras muy publicitadas, siempre que me hayan gustado- que, sin embargo, resultan, a mi juicio, merecedores de atención.
Hoy, mi reseña viene “provocada” por un aniversario y, consiguientemente, por una celebración y un homenaje. Tal día como hoy, hace cincuenta años, el 15 de octubre de 1964, fallecía en Santa Mónica, California, Cole Porter, uno de los grandes compositores de la música norteamericana y, por extensión, mundial. Autor de centenares de canciones, muchas de ellas clásicos imperecederos, Porter es una figura de alcance universal, una leyenda cuya huella permanece en nuestros días, siendo su obra constantemente reinterpretada y objeto de versiones en estas cinco décadas transcurridas desde su muerte. Desde el lunes pasado, y durante otras dos semanas más, Buscando leones en las nubes, mi otro espacio en Radio Universidad, se centra en los aspectos musicales de la vida de Porter, con tres emisiones en las que se escucharán más de cuarenta de sus temas y en las que se podrá apreciar el enorme talento de su prolífico autor como compositor y como letrista.
Ahora, en cambio, sin canciones, el enfoque es, obviamente, otro, porque quiero hablaros un libro que tiene al excelente músico como protagonista. Se trata de un extenso y minucioso recorrido por la vida del genial creador que con el escueto título de Cole Porter. Una biografía escribió en 1998 -viendo la luz en España un año después- William McBrien, un brillante -al menos si se juzga por el texto que os presento- profesor norteamericano. El libro, en traducción de Manu Berástegui, fue publicado en nuestro país por Alba Editorial, dentro de su colección Trayectos.
De entrada, y antes de hablaros de la fascinante y también compleja vida de Cole Porter, quiero resaltar la magnitud de la tarea encarada por McBrien y de sus indudables logros, acordes a la dimensión del proyecto. Y es que la biografía que ahora os comento es completísima, nada escapa al profundo escrutinio que el autor hace sobre la vida del músico. Siguiendo lo que a todas luces parecen “protocolos canónicos” de los trabajos de investigación científica o académica, el profesor McBrien no sólo ha leído todo lo que hay que leer sobre su personaje, sino que se ha entrevistado con cualquiera que treinta y cinco años después de su muerte tuviera algo que decir sobre él, rastreando y consultando igualmente revistas y periódicos de la época así como todos los archivos que contienen documentación -por trivial que parezca- sobre el objeto de su estudio.
Claramente indicativo de esta ingente y fecunda labor de documentación llevada a cabo por el autor resulta el hecho de que las notas finales del libro ocupen más de noventa de sus seiscientas y pico páginas, un dato que acaba por configurar una imagen muy significativa de la encomiable tarea de “cocina” previa efectuada por McBrien antes de la redacción de su obra. Y así, en esta sección final del libro, al término de la biografía en sentido estricto, aparecen referenciadas entrevistas del autor con cincuenta personajes que conocieron a Cole Porter, actores y actrices que trabajaron con él, cantantes que interpretaron sus canciones, productores, compositores, editores, publicistas, escritores, aristócratas y gentes de la alta sociedad que frecuentaron al músico y que a finales de los años noventa del pasado siglo conservaban aún la lucidez suficiente como para transmitir al biógrafo sus recuerdos del compositor.
En el mismo sentido, en este apartado postrero de la obra pueden contarse hasta sesenta entradas bibliográficas, que incluyen desde aproximaciones a la vida y la obra de Porter, sus canciones y sus letras, hasta estudios sobre la sociedad de su tiempo, la cultura popular o los musicales de Broadway, pasando por semblanzas de figuras artísticas que se relacionaron con Cole, como el bailarín Diaghilev, el dramaturgo Noël Coward o los hermanos Gershwin, entre otros; biografías o autobiografías de algunos de los amigos del músico con una mayor influencia en su vida, como Elsa Maxwell o Bernard Berenson; desprejuiciados retratos de las gentes de la jet set, del privilegiado núcleo de la sociedad que frecuentó Cole Porter, y hasta algún ensayo más ligero y anecdótico sobre temas con una menor presencia, casi episódica, en la vida del artista.
E igualmente, McBrien cita al término de su obra trece archivos, singularmente el del Museo del Condado de Miami, Peru (Indiana), lugar de nacimiento de Porter, el de la Ciudad de Nueva York, los de numerosas Universidades norteamericanas, alguno italiano, que contienen manuscritos, correspondencia, memorias personales, recuerdos varios, relatos de historia oral del propio músico, sus amigos, allegados o conocidos, en una demostración más de la concienzuda actitud del escritor al encarar la realización de su obra. Así mismo, se repertorian hasta treinta periódicos y revistas de la época, en los que el biógrafo se ha sumergido en busca de recortes, noticias, titulares, crónicas, columnas, fotografías -que ilustran con profusión el libro- y reportajes publicados en los días en que la vida y obra de Cole Porter eran objeto del interés y hasta la veneración popular y, consiguientemente, de la atención continua de la prensa y los medios de comunicación del momento.
Esta abundante colección de referencias no se muestra de un modo aséptico y frío, como meros listados finales desvinculados del resto de la obra, sino que -en una prodigiosa manifestación de pulcritud, rigor y honestidad intelectuales, muy propia de la mejor escuela investigadora norteamericana- aún se aportan cerca de sesenta páginas, en las que se detalla, para cada uno de los veinte capítulos del libro y casi párrafo a párrafo, el origen de cada dato, de cada frase, de cada afirmación presentes en el texto, indicando en cada caso la procedencia que justifica su inclusión en el libro. Y así, por poner sólo un par de ejemplos de esta excepcional e interminable precisión en el uso de las fuentes, si en el transcurso del relato el autor menciona que tras el estreno de una de las nuevas obras del compositor, un cronista señaló que las letras de las canciones “son muy tristes”, en este anexo final aparecerá el número de la revista que albergó tal mínimo comentario, su autor y la fecha de publicación; o si Cole Porter afirma, en la narración de McBrien, que se siente “enormemente halagado” por tal o cual elogio o crítica, podremos comprobar en las notas dónde consta tal afirmación, sea en una entrevista o en una carta personal del compositor. Y tal exhaustivo modo de proceder se ve reflejado, como digo... ¡¡¡en sesenta páginas de explicaciones, citas y menciones varias!!! No es de extrañar, pues, que como cierre “definitivo” del libro, brote, desbordante, un índice onomástico final que contiene más de mil trescientas menciones a personajes, canciones, películas y espectáculos, con su correspondiente alusión al momento en el que aparecen en el texto.
Podríamos pensar que tal abundancia de datos, que este carácter académico o “profesoral” de la obra hace tedioso o árido el libro y lastra su lectura, pero nada más lejos de la realidad. El Cole Porter de William McBrien es un libro que se lee con la fluidez, la facilidad, la fruición, la intensidad y el placer de una novela, una novela apasionante sobre la excepcional vida de un Cole Porter, persona y músico, de vida intensa y creación artística fascinante.
No puedo entrar a contar aquí demasiados detalles de esa vida de fábula aunque no desprovista de episodios amargos o dolorosos. McBrien nos da cuenta de ella en su libro, a partir de su profunda investigación, narrando desde los antecedentes familiares de Porter, su infancia en Peru, Indiana, la estrecha relación con su madre, su paso fugaz y frustrado por las Universidades de Yale y Harvard -donde empieza a descollar su talento como compositor- y, sobre todo -obtenido el reconocimiento por la sociedad norteamericana-, su vida mundana, sus amistades, sus muchos viajes, el lujo del que se rodea, sus éxitos profesionales. También aparecen, claro -y es uno de los logros del libro-, los detalles más escondidos de su personalidad, pues Cole Porter, homosexual notorio -aunque nunca reconoció en público su condición-, mantuvo una doble vida, con un primer frente más o menos “ortodoxo” fruto de su boda “blanca” -aunque los esposos se querían- con Linda Lee Thomas, una millonaria divorciada, diez años mayor que él, miembro destacado de la alta sociedad, que lo introduce en los ambientes de la élite económica y social de su país y le presenta a los miembros de una escogida aristocracia mundial, elegante y cosmopolita, con los que frecuenta hoteles y cruceros exclusivos, palacios y salones refinados, fiestas y experiencias y viajes privilegiados, y una segunda vertiente, no siempre oculta, formada por algunos amantes, más o menos consolidados (un bailarín, un coreógrafo, un arquitecto, un íntimo amigo que lo acompañó toda su vida), y una miríada de "entretenidos", jóvenes marineros, solitarios soldados en busca de diversión y, en general, chicos que acogían con agrado la posibilidad de su desinhibida participación en las múltiples fiestas que el músico daba en alguna de sus numerosas mansiones. Como hito destacado de la existencia del compositor -un acontecimiento trágico en la inmaculada felicidad de su vida-, el libro indaga en las consecuencias -no sólo físicas- de terrible accidente sufrido por Porter en 1937, con sólo 46 años (Cole había nacido en 1891), en el que se destrozó las piernas en una caída de caballo, lo que aparte de provocarle dolores insoportables que le acompañarían hasta el final de su vida, sometió su existencia a una sucesión nunca finalizada de operaciones, tratamientos, ejercicios de rehabilitación, y hasta una amputación postrera que lo sumieron por años en numerosos episodios de depresión y provocaron su muerte en cierto modo debida a las secuelas del accidente.
En paralelo a la narración de esta su vida “civil” -podríamos decir- el libro destaca por la pormenorizada recreación de los procesos creativos del músico. A lo largo de las páginas, y perfectamente imbricados en la trayectoria vital de Porter, McBrien nos va relatando los pormenores de cada de una de las obras escritas por él, sus diferentes comedias musicales, las películas cuya música compuso. Así se nos muestran el trato con cantantes, actores y directores, las dudas en la creación, el impacto de las críticas especializadas, la acogida pública de sus obras y su repercusión en su autor, y, sobre todo, la interrelación -de doble dirección- entre su vida y su producción artística. Destacan, desde este punto de vista, los innumerables fragmentos de las letras de sus canciones que McBrien presenta “anclándolas” en episodios de la propia existencia de Porter, y que, así, al mostrarse como un continuo con su vida, ganan en profundidad y alcanzan un mayor valor significativo.
En fin, os recomiendo vivamente esta excepcional biografía que nos permite conocerlo todo sobre un personaje trascendental en la historia de la música del siglo XX. Cole Porter, escrito por William McBrien, es un libro cuya lectura vais a disfrutar, y mucho más si la acompañáis de la escucha de sus principales canciones. Una de ellas, claro está, una de las más conocidas, Ev’ry time we say goodbye, en la voz de Ella Fitzgerald, cierra esta reseña.
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