CATHERINE O'FLYNN. LO QUE PERDIMOS
Hola, buenas tardes, bienvenidos una semana más a Todos los libros un libro, la sección de recomendaciones literarias en la sintonía de Radio Universidad de Salamanca. Como todos los miércoles os propongo desde aquí una sugerencia de lectura con la intención de acertar, es decir con el deseo de que mi consejo pueda resultar de vuestro agrado. Hoy, en estos días de comienzos escolares, os traigo una novela muy asequible para un público adolescente o juvenil aunque también admite una lectura adulta fecunda e interesante. Se trata de una obra inicialmente controvertida, pues en su peripecia editorial pasó por más de veinte expertos de la edición literaria, que desestimaron reiteradamente su publicación. Este fracaso inicial, repetido y contundente, no amilanó a la autora que acabó recalando en un pequeño sello desde el que la novela llegó a alzarse a los primeros puestos de las listas de ventas, cosechando los más importantes galardones literarios de su país (el Costa - antiguo Whitbread-, el Galaxy British Book y el Jelf Group, siendo finalista del Booker, del Orange, del Guardian First Book, del Commonwealth Writers y del South Bank Literature) y traduciéndose a infinidad de lenguas con una excelente respuesta de los lectores en todas ellas. El libro se titula Lo que perdimos, su perseverante autora, la británica Catherine O’Flynn y vió la luz en España en la Editorial Seix Barral que publicó la novela hace ya unos años en traducción de Francisco Domínguez Montero.
Lo que perdimos se desarrolla en cuatro grandes capítulos, fechados correlativamente en 1984, 2003, de nuevo 1984, y 2004. El nexo común entre todos ellos es, de manera principal, Kate Meaney, una niña que en 1984 tiene diez años, cursa el equivalente a cuarto de primaria, ha perdido a sus padres y vive con su abuela, aunque en realidad, podríamos decir que en donde realmente desenvuelve su infancia es en la imaginación. Kate es una niña solitaria (sintió en el estómago la sorda punzada de la soledad, se dice de ella en un momento de la novela); una niña que, ante una cierta tristeza desvalida derivada de su orfandad, busca el auxilio, la existencia más confortable de la imaginación. Kate quiere ser detective, en su libro favorito, Cómo ser un buen detective, lee consejos, encuentra fórmulas, aprende estrategias, se empapa de los trucos del oficio, un oficio que, con sus tiernos diez años, ejerce tímidamente en el recién inaugurado centro comercial de Green Oaks, por el que deambula persiguiendo a sospechosos, escudriñando las inquietantes actitudes de algunos individuos, imaginando los oscuros motivos que pueden llevar a cometer un crimen a los aparentemente inocentes trabajadores y a los clientes de los establecimientos del complejo (pero sólo aparentemente, la desbocada fantasía de la niña ve ladrones y asesinos y criminales en cualquier ciudadano que se pasea despreocupado por el centro comercial). De todo ello, así como de los acontecimientos banales que ella interpreta como determinantes, de los pequeños sucesos que pueden encerrar la solución a un enigma policíaco, ella toma puntuales notas en su cuaderno, que se convierte así, indirectamente, en un registro fidedigno de la vida de Green Oaks. Porque en Green Oaks, dice la niña en otro pasaje del libro, no era la compañera de clase, la niña callada. No era la niña sin padre ni madre. Era una detective, una agente invisible que se deslizaba en silencio por el centro comercial, viendo cosas que ninguna otra persona percibía.
Esta descripción del personaje de Kate, que se desarrolla en el primer capítulo de la novela, es formidable; la personalidad de la niña, su creatividad, su capacidad para dotar a la insulsa realidad del centro comercial de vida auténtica, están magníficamente descritas. Dice de Kate su amigo Adrian, con veintidós años el único cómplice de la niña: Tienes diez años y estás llena de energía, siempre de un lado para otro, siempre con algún proyecto o algún plan, siempre liada con cosas que hacer. Haces que los adultos parezcan muertos. No importan los años que tengas. Yo sería tu amigo tuvieses ochenta y cinco años o tuvieses veinticinco. Brillas con más fuerza que todos nosotros.
Green Oaks, el centro comercial es, junto a la niña, el otro gran protagonista de la novela. Kate desaparece inopinadamente un buen día, cuando debe presentarse a un examen decisivo para su admisión en un colegio privado que la obligará a abandonar el hogar en el que vive con su abuela. Veinte años después, siempre con Green Oaks como entorno de la historia narrada, nos encontramos con diversos personajes, sobre todo Lisa, encargada de la tienda de música del centro y Kurt, uno de sus vigilantes de seguridad, que aparte de su vínculo con el establecimiento, tienen puntos de contacto con la niña desaparecida. Además, intercaladas en la trama principal de la novela se recogen las impresiones de personajes anónimos, visitantes del centro comercial, clientes de las diversas tiendas, frecuentadores asiduos de las diversas dependencias del centro, trabajadores del mismo.
El resultado de la conjunción de todos estos elementos es muy interesante, la leve trama detectivesca, el misterio por la desaparición de la niña, el relato de la vida de Green Oaks, la descripción de la personalidad de unos seres que luchan por una vida mejor, el dibujo preciso del centro comercial como metáfora del mundo en el que nos movemos, todo ello conforma una novela muy atractiva, que nos atrapa y subyuga, nos enseña y emociona, nos conmueve y entretiene. Leedla, leed este Lo que perdimos, un estupendo libro escrito por Catherine O’Flynn y publicado por Seix Barral.
Os ofrezco, antes de dejaros con un fragmento de la novela -uno de esos textos en los que el narrador es un anónimo visitante del centro comercial-, una canción de las muchas que pueblan un libro lleno de referencias musicales (sobre todo de los años ochenta). Alone again (naturally) de Gilbert O’Sullivan no sólo aparece citada en la novela sino que es un clásico, una obra maestra imperecedera que a mí también me recuerda la época en que dejaba empezaba a dejar atrás mis años infantiles.
Observas a todo el mundo que pasa pero no puedes evitar que ciertas personas sobresalgan y atrapen tu atención. Quizás una chica de cara reluciente con unos pendientes dorados. Quizás una señora mayor con una peluca oscura. Es como girar el dial de una radio y ver dónde descansa la aguja.
Estas caras entre caras: ¿qué hacen en (el centro comercial de) Green Oaks? El hombre solitario en busca de camisas nuevas. La pareja infeliz que trata de sobrevivir a un domingo. La mujer que busca atraer la atención de quien sea. Son cuatrocientas mil historias diferentes en un día ajetreado. Flotando en el aire como globos plateados, pegados al techo.
Green Oaks es mucho más que ladrillos y cemento. Eso siempre lo he sabido. Las voces se mezclan y le dan al lugar un sonido propio. Nadie se da cuenta, pero todos los oyen; es lo que los atrae hasta aquí; el susurro del ruido estático de baja intensidad. Si pudieras sintonizar la frecuencia adecuada, entonces surgirían las voces individuales y podrías oírlas todas. Oirías lo que esperan encontrar en Green Oaks. Oirías cómo Green Oaks puede ayudarles. Yo creo que Green Oaks puede ayudar a todo el mundo. Creo que oye todas las voces.
1 comentario:
Hola, recien lei el libro, y no entendí una cosa, la cual, agradeceria si pudieran aclararmela.
Hay apartados que dicen "hombre anonimo" y despues de eso una pequeña narrativa. No encuentro la relación entre esas narraciones y la historia. Supongo que tiene que ver con alguno de los personajes, pero no capto con cuales. Si pudieran aclararmelo se los agradeceria mucho. Aquí les dejo mi correo, por si alguien es tan amable de ayudarme a resolver esa duda, mabdenisse@hotmail.com
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