Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 24 de febrero de 2016

 
ERNESTO PÉREZ MORÁN Y JUAN ANTONIO PÉREZ MILLÁN. CIEN MÉDICOS EN EL CINE DE AYER Y DE HOY. CIEN ABOGADOS EN EL CINE DE AYER Y DE HOY. CIEN PROFESORES UNIVERSITARIOS EN EL CINE DE AYER Y DE HOY
 
Hola, buenas tardes. Bienvenidos, un miércoles más, a Todos los libros un libro, el espacio de recomendaciones literarias de Radio Universidad de Salamanca. Esta semana quiero ofreceros tres propuestas de lectura que guardan entre sí un muy evidente nexo que las vincula, además, a nuestra más reciente actualidad. Como sabéis, en la madrugada española del día 29 de febrero, en la noche del domingo al lunes próximos, se entregan los Oscars correspondientes al año 2015, con la sólita ceremonia -en esta ocasión con un punto de controversia por mor de la corrección política- que se celebrará en el Dolby Theatre de Los Ángeles.
 
Y como muchas otras veces con motivo de esta efeméride -la enfáticamente denominada “fiesta del cine”- aprovecho aquí la excusa cinematográfica para proponeros textos relativos al séptimo arte. En el caso de hoy quiero hablaros de una serie de libros -aún inconclusa, por lo que he podido saber- escritos por Ernesto Pérez Morán y Juan Antonio Pérez Millán que, con los títulos respectivos de Cien médicos, Cien abogados y Cien profesores universitarios en el cine de ayer y de hoy, han sido publicados por Ediciones de la Universidad de Salamanca en los años 2008, 2010 y este reciente 2015.
 
Juan Antonio Pérez Millán, jubilado ya de sus dos principales ocupaciones como Director de la Filmoteca de Castilla y León y como profesor de Lenguaje Audiovisual en la Universidad de Salamanca, sigue haciendo gala de una personalidad polifacética en la que se conjugan el deslumbrante experto, el divulgador riguroso y ameno, el crítico apasionado y entusiasta, el escritor inagotable y el profundo conocedor de la historia del cine -disciplina en la que es una referencia inexcusable-; en definitiva un maestro de cuya sabiduría tantos hemos recibido fecundos frutos. Junto con su hijo Ernesto Pérez Morán, también profesor, encararon hace ocho años la inmensa tarea, acometida con paciencia y sin desmayo, de presentar una suerte de florilegios o colecciones, de amplias recopilaciones, que recogen el rastro en las pantallas -circunscribiendo los respectivos estudios a la redonda cifra de cien películas- de diversas profesiones de relieve, inicialmente médicos, luego abogados y por fin, en el último libro publicado, profesores universitarios (y parece que la serie pudiera tener continuación en el futuro, con un próximo volumen dedicado a los periodistas, de presencia cinematográfica tan abundante).
 
Cien médicos en el cine de ayer y de hoy fue el primer eslabón de esta apasionante aventura. A finales de 2003 apareció el primer número de la revista Salamanca Médica, que acaba de llegar hace unos meses a su quincuagésima primera entrega. Nacida bajo los auspicios del inquieto Colegio Oficial de Médicos de la ciudad, desde sus inicios albergó en sus páginas los inevitables artículos académicos y científicos junto con variadas secciones de índole humanística o cultural. Entre ellas aparecía La herida luminosa, un espacio concebido en su origen como una colección de retratos “de cine”, una galería de semblanzas de profesionales de la Medicina representados en las películas. Pronto los dos firmantes de la sección, nuestros dos autores, que investigaban sin pausa para asegurarse un buen número de artículos anticipados con el fin de evitar “las consabidas prisas del cierre” de la revista (y prueba de esa ardua labor de documentación es, más allá del completo repertorio de reseñas, la interesante bibliografía que se ofrece como complemento al libro), se encontraron con más de quinientos personajes de galenos en otros tantos títulos. Sus comentarios, que iban creciendo en paralelo a la bimensual periodicidad de la publicación, recibieron una muy favorable acogida entre los lectores, por lo que decidieron seleccionar de entre todos ellos -los ya publicados y los trabajados con antelación de cara a su ulterior difusión- un centenar, naciendo así este Cien médicos en el cine de ayer y de hoy que esta tarde os presento.
 
La muestra que se recoge en el libro -muy abierta, muy ecléctica, muy rica- refleja el afán de ecuanimidad sostenido por sus autores en el prólogo. Aparece así una amplia variedad de películas, de diferentes países -aunque con un evidente predominio del cine norteamericano-, con directores muy diversos estilísticamente, con distintas especialidades médicas abordadas -la Psiquiatría sobresaliendo por encima del resto-, con cintas muy conocidas y populares y otras más olvidadas -incluso auténticas rarezas-, presentadas siempre con un enfoque puramente cinematográfico y alejado de los planteamientos clínicos y médicos. Algunos de los más significativos films reseñados se mencionan en el interesante prólogo de Fernando Lara que os ofrezco casi en su integridad como cierre de esta reseña.
 
Cien abogados en el cine de ayer y de hoy mantiene idénticas pautas y estructura aunque, obviamente, su objeto se centra ahora en el mundo de la abogacía, que cuenta con una representación fílmica mucho más abundante y quizá más reconocida por el público (la “vistosidad” de las cintas de abogados, con sus intensos juicios, sus conflictivos pleitos, sus apasionantes intrigas y sus enrevesadas y sorprendentes tramas, sus desconcertantes giros de guión, ha captado desde siempre la atención de los espectadores). Los autores confiesan haber manejado en este caso más de seiscientas películas en las que los expertos en leyes desempeñan un papel protagonista (y muchas de ellas, bastantes más de las cien a las que se refiere el título, comparecen en la obra). Presentado bajo el patrocinio del Colegio Oficial de Abogados de Salamanca y del Consejo de la Abogacía de Castilla y León, el libro se organiza bajo los mismos presupuestos que el anterior, esto es, la subjetividad -pues la “antología” responde a los exclusivos dictados del educado gusto y el fundamentado interés personal de sus autores-, el rigor en el estudio -del que vuelve a dar fe una bien escogida bibliografía- y la amplitud de la selección y la variedad de films incluidos, con una multiplicidad de enfoques, de ángulos y perspectivas en el análisis que merecen un comentario algo más detenido.
 
Por un lado, se presentan ejemplos destacados de un muy extenso catálogo de nacionalidades, con, de nuevo, un predominio inevitable de la inmensa cinematografía estadounidense, aunque con una presencia relevante del cine de otros países, en particular del español. Del mismo modo, es dispar el elenco de directores seleccionado, con grandes nombres de la historia del género -John Ford, George Cukor, William Wyler, John Huston, Billy Wilder, Alfred Hitchcock, Roman Polansky, Francis Ford Coppola, Steven Spielberg o los hermanos Coen entre otros- y realizadores casi desconocidos o de muy escasa relevancia. También hay pluralidad “de género”, pues los autores han puesto un especial énfasis en destacar el cine hecho o interpretado por mujeres. E igualmente es muy amplio el abanico de épocas representadas, con películas que van desde el clásico Intolerancia, de 1916, la primera seleccionada, hasta Millenium, de 2009, la última del libro.
 
Pero en donde la gama de propuestas es más plural es en lo relativo a las especialidades jurídicas que comparecen en la obra. Con una evidente preponderancia de abogados penalistas en las películas recopiladas, por razones obvias del mayor impacto mediático -y por tanto cinematográfico- de las causas criminales, por el libro vemos desfilar fiscales y jueces (con todas sus variantes de personalidad -los estrictos y los gruñones, los flexibles y los autoritarios, los compasivos y los inclementes, los ponderados y hasta los borrachines-, tan exploradas en el cine), jurados y tribunales, jurisdicciones militares o eclesiásticas, abogados de oficio e inquisidores, causas meramente particulares o de un hondo calado político, y, sobre todo, infinidad de profesionales del Derecho civil, matrimonial, societario y empresarial, mercantil o pertenecientes a tantas otras muchas ramas jurídicas. En el mismo sentido, es muy vasto el campo de los temas legales, procesales y forenses que afloran en el interesante registro llevado a cabo por nuestros dos expertos “investigadores”. La pena de muerte, las estafas financieras, el racismo, la homosexualidad, los divorcios, los delitos internacionales y los crímenes de guerra, el espionaje y el terrorismo, la objeción de conciencia, la obediencia debida, los conflictos políticos, los prejuicios y la búsqueda de la verdad, incluso las lábiles fronteras entre inocencia y culpabilidad y hasta los asuntos personales, emocionales o sentimentales de los abogados pueblan muchas de las películas criticadas.
 
En su interesante prólogo, Juan Carlos Paradela, abogado salmantino, subraya también, con atinado criterio, la multiplicidad de tipologías de letrados representadas en el libro, de las que cualquiera con un mínimo de cultura cinematográfica y sin “padecer” una especialmente acusada cinefilia sabrá encontrar un ejemplo. Abogados íntegros e insobornables, comprometidos y ejemplares, benefactores e idealistas, humildes y trabajadores, modestos picapleitos modelos de honradez, pero también corruptos y fulleros, tramposos y cínicos, manipuladores y dóciles ante los poderosos, venales y sin escrúpulos, todos ellos asoman en el amplio muestrario ofrecido en la obra.
 
La tercera y más reciente de las publicaciones referidas es, como se ha dicho, Cien profesores universitarios en el cine de ayer y de hoy, que vio la luz la primavera pasada. El desencadenante de esta nueva entrega de la, a estas alturas, ya consolidada serie lo constituye, como confiesan los autores, la cercana celebración en 2018 del Octavo Centenario de la Universidad de Salamanca, ocasión propicia para recoger en un volumen información y críticas de, una vez más, un centenar de películas, clásicas y recientes, en las que profesores de enseñanza superior desempeñan un papel protagonista o por lo menos relevante.
 
Compartiendo con los dos volúmenes anteriores los rasgos principales relativos a estructura, planteamiento y enfoque de cada reseña, fichas técnicas que las acompañan, criterios de selección de películas -regidos, de nuevo, por la variedad (de géneros, de épocas, de calidad)- u ordenación cronológica de los comentarios, lo más novedoso de este tercer título del ciclo -y el único aspecto en el que puedo detenerme ya, con el tiempo acechando- es la particular delimitación por parte de los autores del ámbito objetivo sobre el que se centraría su estudio.
 
Desde este punto de vista, el extenso muestrario de profesores que se nos ofrece en el libro parte de algunos singulares apriorismos. Por un lado, el propio título de la obra enfatiza la condición de universitarios de los docentes “catalogados”. El muy rico universo de los maestros y profesores de secundaria, que tantas cintas memorables ha dado a la historia del cine, está aquí, pues, ausente, salvo excepciones muy contadas y convenientemente justificadas. Remiten a este respecto Pérez Morán y Pérez MiIlán, como no puede ser menos -y yo os la recomiendo, igualmente, con entusiasmo- a la obra “canónica” sobre el tema -¡¡lástima que su única edición se remonte a 2005!!-, Profesores en el cine, un insuperable e ingente volumen, repleto de erudición y sabiduría, muy riguroso y completo, escrito por Andrés Zaplana, que “agota” el asunto en una amplia y sistematizada variedad de perspectivas y con una exhaustiva bibliografía y un formidable repertorio de películas en el que no se echa en falta ni un solo referente sobre su especializado objeto de análisis.
 
Con muy notables y singulares salvedades, eliminan los autores -por razones fácilmente comprensibles- las cintas en las que el protagonismo recae sobre un profesor que “además” es médico o abogado. Igualmente, quedan fuera las muy consabidas películas -casi todas también situadas en el proceloso ámbito de las enseñanzas medias- de alumnos conflictivos y profesores cuasi heroicos o las burdas comedias de frívolos universitarios, repletas de sexo, fiestas, alcohol y disparates varios.
 
Sí podemos leer, en cambio, críticas de films protagonizados por una variada nómina de docentes pertenecientes a áreas de conocimiento muy diversas: la Literatura, la Filología y las lenguas, la Historia, las Matemáticas el Derecho, la Filosofía, las diversas ramas científicas o, incluso, disciplinas “tan peculiares” -en expresión de los autores- como la Criminología, la Teología, los Medios Audiovisuales o… ¡¡la Simbología Religiosa!! E incluso, nos encontramos también con una completa panoplia de cargos universitarios, como rectores, decanos, tutores...
 
Subraya el profesor Pedro Javier Pardo, responsable durante años de Ediciones Universidad de Salamanca y que escribe el prólogo del libro, el modo en que el cine ha contribuido, en cierto modo, a conformar los rasgos definitorios que hoy identifican a la profesión docente. Y así, el entusiasmo y la vocación, el carisma y la coherencia, la sabiduría, la compasión y la inteligencia, la ilusión y la coherencia, la creatividad y el compromiso, la influencia, la persuasión, la capacidad de seducción, la altura intelectual o la ejemplaridad de los educadores -notas todas que constituyen el patrón más repetido de la iconografía “moral” del enseñante- nos asaltan de continuo en las películas que se recogen en Cien profesores universitarios en el cine de ayer y de hoy, que al encarar las muy diversas cuestiones que afectan a la vida de los profesores no eluden, tampoco, las vertientes más oscuras o menos amables de sus figuras: la pedantería, el desencanto, la desidia, la amargura, la frustración, la arbitrariedad, la manipulación, el arribismo o la mediocridad.
 
En fin, tres libros excelentes, inagotables fuentes de consulta, de información y saber, de disfrute y placer, estos volúmenes de Pérez Morán y Pérez Millán que nos ponen en contacto con la muy abundante presencia cinematográfica de médicos, abogados y profesores universitarios y que os recomiendo con idéntica pasión a la que rezuman sus páginas.
 
De la banda sonora de una de las películas reseñadas, La sonrisa de Mona Lisa, os dejo aquí un clásico, Mona Lisa, interpretado por Seal.
 
 
 
Las cien y una noches. Fernando Lara
 
«No hay mejor médico que una buena película», sentenciaba mi madre, cinéfila de pro mucho antes de que el término se inventara. Y rápidamente, mientras nos ponía los abrigos a mi hermana y a mí para bajar al cine del barrio, desaparecían como por ensalmo las típicas dolencias infantiles, que si un persistente resfriado, que si unas fastidiosas raspaduras en los brazos, que si un molesto tapón en los oídos... Todo lo que en el colegio nos había resultado insufrible y de lo que nos quejábamos amargamente al llegar a casa, se quedaba en nada cuando, los jueves por la tarde, se acercaba la perspectiva de ver un buen programa doble. Donde figuraba, en muchas ocasiones, una de esas películas con médico (por ejemplo, No serás un extraño, causante de tantísimas vocaciones para la Medicina en la España de los cincuenta), que Ernesto Pérez Morán y Juan Antonio Pérez Millán han reseñado en este excelente libro.
 
Lo he llamado libro, así, en términos genéricos, pero habría que hablar más bien de narración y, más precisamente, de multinarración, porque lo que contiene es un fascinante compendio de historias que los autores nos describen con mayor atractivo, a menudo, que el que se derivaba de las propias películas. La situación del lector es similar a la del espectador de una de esas instalaciones de arte contemporáneo donde tiene frente a él una enorme cantidad de pantallas. Pero con la diferencia de que en este caso las imágenes no se agolpan las unas a las otras de forma simultánea, sino que vamos seleccionando pantalla tras pantalla para ver el contenido de las tres páginas que, de manera rigurosa, se dedican a cada filme. El mando a distancia se compone simplemente de los dedos de nuestra mano deslizándose por las páginas del libro al ritmo que deseemos.
 
No obstante, sería un error dirigirnos en exclusiva al título que queramos consultar, a la película que, en concreto, despierte nuestro interés o que busquemos recordar. Porque lo realmente valioso de Cien médicos en el cine de ayer y de hoy es que ese carácter multinarrativo que antes citábamos se aúna en un continuum donde todo queda integrado. Así, al terminar de leer el texto sobre una película ya estás deseando comenzar el de la siguiente, ávido el lector de introducirse en una nueva historia que le acerque a otro personaje y, a partir de ahí, establecer comparaciones que le lleven a la similitud o a la diferencia. Salvando las distancias, nos sentimos tan encantados como el Sultán de Las mil y una noches ante los relatos que le iba contando Shahrázád: si ella lo hacía para salvar su cabeza, nosotros lo hacemos por el placer de descubrir o redescubrir una, otra y otra película hasta llegar al centenar propuesto por los autores. Centenar y una más, diría yo, porque todas se acaban fundiendo en una nueva, multiforme, inabarcable, dentro del universo conjunto llamado cine.
 
Ello sólo puede conseguirse a base de una exhaustiva documentación, una rara capacidad para resumir la trama de una película (¿han experimentado ustedes la dificultad de hacerlo cuando, por ejemplo, en una reunión de amigos alguien te pide que cuentes la que viste ayer?) y, sobre todo, una buena escritura. Tres características habituales en los trabajos de Ernesto Pérez Morán y Juan Antonio Pérez Millán que aquí vuelven a brillar de forma evidente. Éste no es un simple vademécum utilitario, ni un volumen para especialistas, ni, mucho menos, una ristra de críticas de cine enlazadas por un tema común. Es la labor de dos apasionados por las imágenes que –con poder de síntesis– saben escribirlas y describirlas, hasta el punto de que surgen en nuestra mente casi con la misma fuerza que si estuviéramos viendo las películas que las contienen, lo que significa el mayor elogio que cabe hacer de un libro de temática cinematográfica.
 
Médicos ejemplares, médicos conflictivos, médicos oportunistas, médicos demiurgos, médicos locos, médicos que trafican con cadáveres…, todos pasan ante nuestros ojos con su historia a cuestas, ya sea inventada o basada en hechos reales. Todos tienen algo que exponernos o enseñarnos a quienes, con mayor o menor frecuencia, les necesitamos como pacientes. Y no sólo bajo la envoltura de la tragedia, el melodrama o la biografía ejemplarizante, sino incluso en el terreno de la comedia incisiva tipo M*A*S*H o El Doctor T. y las mujeres, ambas de Robert Altman, e incluso de la más desaforadamente humorística como en Un día en las carreras, con los Hermanos Marx, o Caso clínico en la clínica, con Jerry Lewis. Valga la redundancia de que el médico es una persona como cualquier otra, sujeta a las circunstancias, conflictos y vaivenes comunes, pero también que se busca en él y se necesita de él un plus de humanidad, de accesibilidad y de compasión (en el sentido etimológico de la palabra), porque se halla junto a cuestiones tan decisivas como el dolor, la vida y la muerte. No puede ni debe ser un profesional indiferente sino distinto y, bajo muy distintas fórmulas que los autores del libro exponen con precisión, el cine así lo ha ido mostrando con fortuna diversa.
 
Fortuna que en una película casi siempre depende de la categoría concreta del cineasta. No es casual que de Bergman, Lang, Buñuel, Mankiewicz, Huston, Kurosawa, Von Stroheim, Whale, Vidor, Ford (con claroscuros), Allen, Cassavetes, el ya citado Altman, Imamura, Losey, Trumbo, Malle, Truffaut, Loach, Frears, Kieslowski, Forman, Rosi o Scola y, entre los más recientes, Von Trier, Moretti, Lynch, Sheridan, Weir, Salles o Moore (no menciono, voluntariamente, a directores españoles) hayan nacido las obras mejor valoradas por Ernesto Pérez Morán y Juan Antonio Pérez Millán, y que a ellos pertenezcan los mejores personajes, porque así suele suceder ya sean sus protagonistas médicos o limpiabotas. Pero, junto a tal constatación, otro valor relevante de este volumen es poner de relieve títulos no demasiado conocidos o casi olvidados, de esos cineastas citados o de otros, como Así es la aurora, El muchacho de los cabellos verdes, Ángeles sin paraíso (A Child is Waiting), Doctor Akagi, Family Life, Epidemic, Negocios ocultos, Arco de Triunfo, Casas de fuego, Las confesiones del doctor Sachs, El aceite de la vida, Amarga victoria, Wit (absurdamente llamada en España ‘Amar la vida'), Mi vida es mía o Una terapia peligrosa, sin que esta enumeración trate de ser exhaustiva sobre el rico y amplio contenido del libro.
 

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