JOHN CONNOLLY. TODO LO QUE MUERE
Hola, buenos días. El libro que hoy quiero recomendaros es, como tantas otras veces, una novela; una novela policiaca, una excelente novela policiaca. Se trata de la primera publicada en España de su autor, el irlandés John Connolly, del que ya se han traducido otras siete, las ocho de la misma serie, con el ex-inspector de la policía de Nueva York, Charlie ‘Bird’ Parker como protagonista. Cualquiera de las ocho es altamente recomendable, pero como es en esta primera en la que se nos presenta el personaje, su pasado, sus antecedentes, y como éstos son determinantes en su comportamiento, en la motivación de sus acciones, en su actitud ante la vida, y como además hay una continuidad temática absoluta entre las ocho, con tramas y personajes que saltan de unas a otras, hasta el punto de que Rosa Mora señalase en El País hace unos meses que Connolly siempre escribe la misma novela, creo que iniciar el acercamiento a su figura por el principio parece lo más natural. En cualquier caso, esta Todo lo que muere, que abre la serie editada por Tusquets en traducción de Carlos Milla Soler, responsable también de la versión española de todas las demás novelas, es, como os digo, un libro formidable, de lectura arrebatadora, de las que deja huella, un libro ante el que es imposible permanecer indiferente, un libro que sin duda os va a interesar, provocando, estoy seguro, que deseéis acercaros al resto de la obra de este extraordinario escritor… O no, o justo lo contrario, es decir, quizá sea para vosotros un libro que aborreceréis y del que no querréis volver a oír hablar… porque se trata de una propuesta sin duda controvertida.
Permitidme, por lo tanto, que os ofrezca de antemano un aviso para navegantes: Todo lo que muere es un libro que provoca inquietud, es desasosegante, no es apto para espíritus demasiado sensibles. Es una novela rebosante de sangre vertida, de estragada carne humana, de vísceras desperdigadas, de cuerpos despellejados y abiertos en canal, repleta de violencia brutal, de torturas escalofriantes, de espeluznantes asesinatos. La propuesta literaria de John Connolly, lo esencial de su propuesta, consiste en mostrarnos los oscuros territorios de las Tinieblas, del lado más siniestro del alma humana, los dominios del Mal, del Mal con mayúsculas. Dice uno de sus personajes: Yo creía en el demonio y el dolor. Creía en la tortura, la violación y una muerte lenta y cruel. Creía en el suplicio y el padecimiento y en el placer que proporcionaba a aquellos que los infligían, y a todo eso lo llamaba maldad. Puedo confesaros, para intentar mostraros con mayor precisión el tipo de libro que es este Todo lo que muere, que he pasado miedo leyéndolo, que en ocasiones me he encontrado con los nervios en tensión, una tensión física, y no exagero, los músculos crispados, el ánimo suspendido… He sentido a veces un asco, una repulsión, un terror, que me han provocado escalofríos y me han obligado a leer con el estómago atenazado... pero, y ésa es su grandeza, no he podido dejar de leer. Para que os hagáis aún mejor a la idea: El libro tiene, a mi juicio, extraordinarias concomitancias con grandes películas como Seven o El silencio de los corderos, por citar sólo dos, y de calidad, entre la lista enorme de películas truculentas, casi siempre deplorables, que tanto gustan en Hollywood.
Y tras estos prolegómenos, os cuento: Charlie Parker, alias 'Bird', en referencia evidente al genial músico de jazz -las novelas de Connolly están llenas de música- es un inspector de policía de Nueva York que vive una existencia relativamente normal con su esposa Susan y su pequeña hija Jennifer. Existen, claro, puntos oscuros que enturbian la placidez familiar: el carácter algo amargado del inspector, las cada vez más frecuentes discusiones en el matrimonio que hacen que éste parezca desmoronarse, la sombra oscura del final trágico del padre de Parker, también policía y, sobre todo, las muy recurrentes incursiones de 'Bird' en los peligrosos territorios del alcohol, pero nada que perturbe seriamente la vida convencional del policía. Una noche, tras un enfrentamiento conyugal, Parker abandona su hogar y pasa unas horas bebiendo en su bar favorito. Al volver a casa, se encuentra un panorama indescriptible: su mujer y su hija han sido salvajemente torturadas, literalmente despellejadas en una carnicería sádica. Desde este momento cambia su vida, abandona la policía, alimenta un obsesivo deseo de venganza que condicionará sus actos, y consagra su vida a la búsqueda y captura de 'El Viajante', el siniestro asesino de las dos mujeres de su vida. Parker se convierte en un investigador privado que, sin dejar de lado este afán principal, acabar con 'El Viajante', acepta otros casos, siempre en guerra contra el Mal, que le llevan a adentrarse en las luchas entre bandas mafiosas de Nueva York y también de Nueva Orleáns, Louisiana y el sur de Estados Unidos, a frecuentar una fauna siniestra de asesinos en serie, torturadores, violadores y gentes del hampa, a manejar una amplia variedad de armas mortíferas, y a estar dispuesto, en definitiva, a convertirse él mismo en un asesino brutal, pese a que, en principio, no olvida su adscripción a las filas del Bien.
Sobre esta base argumental, que fluye imparable en infinidad de historias que la maestría del autor dota de interés y capacidad de sugestión, la oferta literaria de John Connolly se caracteriza por la poderosísima fuerza de la narración, por la magnífica creación de ambientes opresivos, oscuros e intimidantes, por su capacidad para crear estructuras unitarias eficacísimas enlazando tramas diversas que se entrecruzan, que parecen alejarse para volver a encontrarse de nuevo conformando un tapiz enrevesado pero muy sugestivo, por el humor irónico, reflejado en los rápidos diálogos, en las réplicas secas, cortantes -las huellas de Sam Spade y Phillip Marlowe son inequívocas-, por la creación de personajes -logradísima la pareja homosexual compuesta por Ángel y Louis, allanador de moradas el primero, asesino reconocido el segundo, que acompañan a Parker en su sangrienta peripecia. Y como fondo, la cara oscura de la naturaleza humana, la pervivencia del Mal, envuelta en citas literarias, referencias a obras de arte, comentarios filosóficos, recogida en reflexiones varias de las que quiero ofreceros una muy significativa como cierre por hoy.
Permitidme, por lo tanto, que os ofrezca de antemano un aviso para navegantes: Todo lo que muere es un libro que provoca inquietud, es desasosegante, no es apto para espíritus demasiado sensibles. Es una novela rebosante de sangre vertida, de estragada carne humana, de vísceras desperdigadas, de cuerpos despellejados y abiertos en canal, repleta de violencia brutal, de torturas escalofriantes, de espeluznantes asesinatos. La propuesta literaria de John Connolly, lo esencial de su propuesta, consiste en mostrarnos los oscuros territorios de las Tinieblas, del lado más siniestro del alma humana, los dominios del Mal, del Mal con mayúsculas. Dice uno de sus personajes: Yo creía en el demonio y el dolor. Creía en la tortura, la violación y una muerte lenta y cruel. Creía en el suplicio y el padecimiento y en el placer que proporcionaba a aquellos que los infligían, y a todo eso lo llamaba maldad. Puedo confesaros, para intentar mostraros con mayor precisión el tipo de libro que es este Todo lo que muere, que he pasado miedo leyéndolo, que en ocasiones me he encontrado con los nervios en tensión, una tensión física, y no exagero, los músculos crispados, el ánimo suspendido… He sentido a veces un asco, una repulsión, un terror, que me han provocado escalofríos y me han obligado a leer con el estómago atenazado... pero, y ésa es su grandeza, no he podido dejar de leer. Para que os hagáis aún mejor a la idea: El libro tiene, a mi juicio, extraordinarias concomitancias con grandes películas como Seven o El silencio de los corderos, por citar sólo dos, y de calidad, entre la lista enorme de películas truculentas, casi siempre deplorables, que tanto gustan en Hollywood.
Y tras estos prolegómenos, os cuento: Charlie Parker, alias 'Bird', en referencia evidente al genial músico de jazz -las novelas de Connolly están llenas de música- es un inspector de policía de Nueva York que vive una existencia relativamente normal con su esposa Susan y su pequeña hija Jennifer. Existen, claro, puntos oscuros que enturbian la placidez familiar: el carácter algo amargado del inspector, las cada vez más frecuentes discusiones en el matrimonio que hacen que éste parezca desmoronarse, la sombra oscura del final trágico del padre de Parker, también policía y, sobre todo, las muy recurrentes incursiones de 'Bird' en los peligrosos territorios del alcohol, pero nada que perturbe seriamente la vida convencional del policía. Una noche, tras un enfrentamiento conyugal, Parker abandona su hogar y pasa unas horas bebiendo en su bar favorito. Al volver a casa, se encuentra un panorama indescriptible: su mujer y su hija han sido salvajemente torturadas, literalmente despellejadas en una carnicería sádica. Desde este momento cambia su vida, abandona la policía, alimenta un obsesivo deseo de venganza que condicionará sus actos, y consagra su vida a la búsqueda y captura de 'El Viajante', el siniestro asesino de las dos mujeres de su vida. Parker se convierte en un investigador privado que, sin dejar de lado este afán principal, acabar con 'El Viajante', acepta otros casos, siempre en guerra contra el Mal, que le llevan a adentrarse en las luchas entre bandas mafiosas de Nueva York y también de Nueva Orleáns, Louisiana y el sur de Estados Unidos, a frecuentar una fauna siniestra de asesinos en serie, torturadores, violadores y gentes del hampa, a manejar una amplia variedad de armas mortíferas, y a estar dispuesto, en definitiva, a convertirse él mismo en un asesino brutal, pese a que, en principio, no olvida su adscripción a las filas del Bien.
Sobre esta base argumental, que fluye imparable en infinidad de historias que la maestría del autor dota de interés y capacidad de sugestión, la oferta literaria de John Connolly se caracteriza por la poderosísima fuerza de la narración, por la magnífica creación de ambientes opresivos, oscuros e intimidantes, por su capacidad para crear estructuras unitarias eficacísimas enlazando tramas diversas que se entrecruzan, que parecen alejarse para volver a encontrarse de nuevo conformando un tapiz enrevesado pero muy sugestivo, por el humor irónico, reflejado en los rápidos diálogos, en las réplicas secas, cortantes -las huellas de Sam Spade y Phillip Marlowe son inequívocas-, por la creación de personajes -logradísima la pareja homosexual compuesta por Ángel y Louis, allanador de moradas el primero, asesino reconocido el segundo, que acompañan a Parker en su sangrienta peripecia. Y como fondo, la cara oscura de la naturaleza humana, la pervivencia del Mal, envuelta en citas literarias, referencias a obras de arte, comentarios filosóficos, recogida en reflexiones varias de las que quiero ofreceros una muy significativa como cierre por hoy.
Y como las novelas del irlandés están, como os digo, repletas de canciones, os ofrezco, como cierre tras el fragmento leído, una espléndida que aparece citada en uno de los libros de la serie, la genial Happiness de un grupo de culto de los ochenta, The Blue Nile. Hasta la semana que viene.
La chica asesinada en Louisiana formaba parte de una sangrienta sucesión, una niña de Windeby moderna, una descendiente de aquella muchacha anónima hallada en los años cincuenta en una tumba a pocos metros de profundidad en una turbera de Alemania, adonde la habían llevado hacía casi dos mil años, desnuda y con los ojos vendados para ahogarla en medio metro de agua. Podía trazarse un camino a lo largo de la historia desde su muerte hasta la muerte de otra muchacha a manos de un hombre que creía poder apaciguar sus demonios interiores quitándole la vida, pero que, una vez derramada la sangre y desgarrada la carne, quiso más y asesinó a mi mujer y a mi hija.
Ya no creemos en el mal, sino sólo en actos malvados que pueden explicarse mediante la ciencia de la mente. El mal no existe, y creer en él es sucumbir a la superstición, como cuando uno mira debajo de la cama por la noche o tiene miedo a la oscuridad. Pero hay individuos para quienes no encontramos respuestas fáciles, que hacen el mal porque son así, porque son malvados.
'El Viajante' y otros como él se ceban en aquellos que viven en la periferia de la sociedad, en aquellos que se han extraviado. Es fácil extraviarse en la oscuridad cuando se vive en los márgenes de la vida moderna, y una vez estamos perdidos y solos, hay cosas que nos aguardan donde no hay luz. Nuestros antepasados no se equivocaban en sus suposiciones: hay motivos para temer la oscuridad.
Y del mismo modo que podía trazarse una línea desde una turbera de Alemania hasta un pantano del sur, yo llegué a creer que también la maldad se remontaba a los orígenes de nuestra especie. Una tradición de maldad discurría bajo toda la existencia humana igual que las cloacas bajo una ciudad, y esa maldad proseguía incluso después de destruirse uno de los elementos que la constituían, porque éste era simplemente una pequeña parte de una totalidad aún mayor y más siniestra.
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