Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 26 de octubre de 2011


MICHAEL FARR. TINTÍN. EL SUEÑO Y LA REALIDAD

FERNANDO CASTILLO. TINTÍN-HERGÉ. UNA VIDA DEL SIGLO XX


Hola, buenos días. Hoy en esta edición de Todos los libros un libro quiero recomendaros una lectura que lleva a otras muchas, un texto que se abre a varios más. Unos libros que, por otra parte, vienen a nuestra sección, además de por su interés intrínseco, por razones de oportunidad. Como seguro ya sabéis, pues resulta imposible sustraerse a la influencia de los medios de comunicación y a las campañas publicitarias que en ellos se albergan, en estas fechas se estrena en nuestro país la versión cinematográfica de las aventuras de Tintín dirigida por Steven Spielberg y Peter Jackson, la primera película de lo que parece será una trilogía con el protagonismo del eternamente joven periodista belga. De tal manera que, con la excusa de esa nueva aparición en el cine del chico del flequillo rebelde -las anteriores más bien banales y decepcionantes-, quiero recomendaros algunos libros pertenecientes a la ya muy extensa bibliografía en torno a Tintín, una bibliografía consumida -más aun: devorada con fruición- por la inmensa secta tintinófila, a la cual, sin excesos pero también sin disimulo, me adscribo.

Y es que a mí, permitidme una confidencia, me entusiasma Tintín, siempre me ha gustado, desde que era un chaval y mi padre me compraba sus álbumes regularmente para premiar mis esfuerzos escolares (y dejadme deciros que hay veintitrés álbumes de Tintín, y que los leí todos en mi infancia, por lo que más allá de la broma, disculpad mi inmodestia, podéis deducir lo exitoso de mi primer currículo académico). En fin, los cuentos de Tintín han sido para mí un referente estético -y hasta, si me apuráis, ético- desde aquellos tiempos en los que aún no sabía lo que ética y estética significarían en mi vida. Y por ello, ya de adulto, he seguido releyéndolos, disfrutando de sus aventuras y deleitándome en la maravilla de sus dibujos, la genial línea clara que no sólo es un rasgo estilístico distintivo del autor, sino que ha dado pie a una tendencia esencial en el mundo del cómic, con repercusiones en la literatura y, si exagero algo, hasta en la vida. Pero no sólo sigo gozando con sus fantásticas historias propiciadoras de placeres siempre inagotables, sino que, como buen devoto del personaje, leo también todo lo que se va publicando sobre él, e incluso me compro gadgets varios, bolígrafos, calendarios, cuadernos, toda suerte de bibelots tintinianos. En fin... la infancia nunca del todo olvidada...

Hace cuatro años, con ocasión del centenario de Hergé, el controvertido creador del personaje, ya presenté en la versión del programa que se emite en Onda Cero una primera sugerencia relacionada con el mundo de Tintín, un libro absolutamente indispensable para los amantes del cómic, que se centra en ambas figuras, la de Tintín y la de su creador Hergé, y que resulta, además, por sí mismo, más allá de mis palabras, una extraordinaria invitación a la lectura de la serie completa de tebeos con el joven periodista belga como protagonista. Se trata de Tintín. El sueño y la realidad, su autor es el experto Michael Farr, y fue publicado, en una excepcional edición, bellísima y repleta de ilustraciones, por la editorial Zendrera, en traducción de Teresa Artigas. En él, Farr se adentraba en la ingente documentación conservada en los archivos de Hergé para encontrar el correlato ‘real’ de las historias, las tramas, los personajes, la ambientación, el mobiliario, las vestimentas, y una infinidad más de detalles de los cuentos del joven belga. Y es que Hergé era un perfeccionista. En cada uno de sus álbumes, salvo en los muy primeros, elaborados de un modo más superficial, invertía mucho tiempo. Y gran parte de ese tiempo lo empleaba en documentarse de un modo exhaustivo, rozando casi la obsesión. Hergé acumulaba revistas, postales, catálogos de muebles, recortes de periódicos, fotografías varias, pasquines, folletos, impresos, cualquier documento que pudiera servirle en un futuro como referencia para ilustrar sus historias. Y así, los coches de los cuentos están fielmente representados a partir de los modelos originales, las lanchas fuera borda y los barcos reproducen la publicidad recogida en los salones náuticos, los vestidos eran copiados de revistas de moda de la época, las cámaras fotográficas se basaban en anuncios de Leica, las armas duplicaban los modelos encontrados en catálogos especializados, las casas que aparecen en la aventura de La Isla Negra son el correlato ‘ficticio’ de fotografías de viviendas rurales escocesas. Y los correajes de la ropa militar, y las marcas de los neumáticos en las arenas del desierto, y las flechas de los indios americanos, y la botella del whisky que consume habitualmente el Capitán Haddock, y el emisor de ultrasonidos que inventa Tornasol, y la propia figura de éste, y el fetiche con la oreja rota, y la vestimenta de Abdallah, y el mono narigón de Vuelo 714 para Sydney, y las joyas de la Castafiore… todos, absolutamente todos los detalles de cada una de las historietas tienen una base real, y ese referente, esa ingente cantidad de documentación en la que se basó Hergé, fue conservada por él, como una urraca ladrona, la gazza ladra de otro de sus cuentos, en sus desmesurados archivos. Michael Farr, periodista como Tintín, investiga, apasionado, en esos archivos, y el resultado de su profunda pesquisa es esta magnífica obra, este fantástico Tintín. El sueño y la realidad. Con profusión de ilustraciones, escogidas con excelente criterio de entre ambos mundos, el real de la documentación original de los archivos de Hergé y el de la ficción de los cuentos de Tintín, aparecen, analizados cuento a cuento, aventura a aventura, infinidad de esos pequeños detalles que pueblan las excelentes historias del joven reportero y que le dan ese carácter singular y universal que ha sido reconocido en el mundo entero desde hace más de ochenta años.

Desde ese 2007 en que vio la luz Tintín. El sueño y la realidad, la propia editorial Zendrera ha ofrecido algunos otros extraordinarios álbumes de Michael Farr, en esta idéntica línea de investigación exhaustiva. Tintín y Cía. es un análisis, pleno de erudición e inteligencia y desbordante de información, sobre media docena de los principales protagonistas de los diversos episodios de la serie, con sus orígenes, sus referentes históricos o literarios y numerosos datos interesantes y sugestivos sobre todos ellos. Las aventuras de Hergé explora la poliédrica personalidad del escritor y dibujante, su interés por el arte moderno, por los descubrimientos científicos, por la actualidad internacional, por la filosofía y las religiones orientales, aspectos todos de la cultura del siglo XX que han servido de inequívoca inspiración a gran parte de las aventuras de Tintín.

Desde otra óptica, pero igualmente sugerente, hace unos meses se ha presentado Tintín-Hergé. Una vida del siglo XX, un documentadísimo y muy voluminoso trabajo de Fernando Castillo, publicado por Ediciones Fórcola. El libro ya había visto la luz en 2004, en la editorial Páginas de espuma, con el título El siglo de Tintín, pero la actual edición, que mantiene el núcleo esencial de aquella, ha sido mejorada en lo formal y es más completa desde el punto de vista del contenido, con dos capítulos adicionales centrados respectivamente en Tintín y el Arte-Alfa, la inacabada y última aventura de Tintín, que no había sido tratada en la primera edición, y en los apócrifos tintinianos, que han proliferado, con distinta intención y relativamente poco acierto, desde la muerte de Hergé. Así, y para sorpresa quizá de los no iniciados, existen unos militantes Tintín en el Líbano o Tintín en Irak, Tintín contra el patriarcado o Tintín en Tiananmen, cuyos inequívocos títulos dan buena cuenta de la intencionalidad descaradamente política de sus irreverentes propuestas. Además, el libro cuenta con un entusiasta prólogo del poeta Luis Alberto de Cuenca, conocido tintinófilo, con algunas fotografías del experto Bernard Plossu, y con unos interesantes anexos, entre los que hallamos un índice cronológico de los álbumes, un exhaustivo catálogo de los más de trescientos personajes que pueblan los distintos episodios de la serie, una selecta bibliografía que incluye lo más sustancial de la literatura dedicada a Hergé y su personaje, y un más sólito y convencional índice onomástico general, pero que en este caso resulta muy revelador, pues da cuenta de la variedad de referencias hacia las que se abre la obra de Hergé.

Pues bien, con estas novedosas y sugestivas incorporaciones, Tintín-Hergé. Una vida del siglo XX, repasa los principales acontecimientos del siglo pasado a través de las peripecias del joven reportero, resaltando el evidente paralelismo entre los diversos episodios de cada una de las aventuras y el acontecer del mundo en los cincuenta años, desde 1929 a 1976, en los que fueron publicados los veintitrés álbumes -veinticuatro si contamos el inacabado- del formidable personaje. Y este análisis, que revela en su autor a un excelente investigador histórico así como a un devoto seguidor de Tintín, miembro excelso de la fervorosa secta a la que antes me referí, se hace desde una toma de postura ideológica, podríamos decir. Frente a quienes, desde una reduccionista -y asincrónica- óptica políticamente correcta, han criticado la obra de Hergé por su abierto anticomunismo, por sus supuestas connotaciones filonazis, por su connivencia con el colonialismo occidental en África (¡¡¡ha prosperado, incluso, en estos meses pasados, una denuncia en los juzgados por ese al parecer inequívoco racismo retrospectivo de las aventuras africanas del periodista!!!), por una pretendida homosexualidad reprimida y nunca explicitada de Tintín, por la presunta preterición de la mujer en los tebeos, Castillo se alza en defensor del personaje desde esa misma lógica progresista que lo ataca. Tintín encarna así, para el autor, lo mejor de los valores que inspiran la sociedad europea. Tintín aplica, en el lúcido análisis de Fernando Castillo, una poética de los derechos humanos, desplegados en el repudio del autoritarismo y en la defensa del oprimido y las minorías, acudiendo a razones que están en el derecho natural y sin recurrir a posturas ideológicas o religiosas, algo en verdad difícil en el siglo del compromiso y de la intolerancia. Y aún en palabras más tajantes: Tintín es un héroe que resume la épica de los cantares de gesta medievales y la filantropía que se acuña en la Ilustración, lo que subraya su carácter. No es difícil descubrir en el personaje creado por Hergé, recalca Castillo, los valores de la Caballería medieval, cuyos principios arrancan de la cultura clásica -en concreto del estoicismo y el platonismo- y del cristianismo, así como de aquellos que surgen de lo mejor de la Revolución Francesa, de los principios de 1789 que impregnarán la sociedad europea desde su proclamación. Con estos valores, los de los derechos humanos, la filantropía y la libertad, Tintín, de la mano de Hergé, atraviesa los años centrales del siglo XX.

En fin, debo finalizar ya mi larga reseña de hoy, y lo haré con una cita cinéfila recogida también en el libro. En La souffle au coeur, Un soplo en el corazón, la bella película del director francés Louis Malle, Laurent Chevalier, el adolescente protagonista, recibe de uno de sus hermanos mayores unos libros de regalo para hacer más llevadera su enfermedad, con un comentario que es todo un tratado de aproximación a la obra de Hergé: Toma, Proust para entretenerte y Tintín para instruirte.

Instruios pues -el entretenimiento está asegurado-, con la obra entera de Tintín y con algunas de sus excelentes glosas, en particular este Tintín-Hergé. Una vida del siglo XX, de Fernando Castillo que publica Fórcola. También con Tintín. El sueño y la realidad de Michael Farr editado por Zendrera y del que os dejo un interesante fragmento como despedida por hoy. Como acompañamiento musical al universo tintinesco, he debido esforzarme, pero estoy satisfecho de mi búsqueda. Os dejo el célebre Un bel di vedremo de la ópera Madame Butterfly de Puccini, que un ya enloquecido Filemón Ciclón canturrea en su versión francesa (Sur la mer calmée) en Los cigarros del Faraón. Aquí, la intérprete es María Callas. Hasta la semana que viene.

Georges Remi, alias Hergé, era un ilustrador superdotado. Tenía la imaginación fecunda y viva de un niño, y una curiosidad insaciable. Hubiera podido hacer una carrera de periodista en Le Vingtième Siècle, un periódico católico belga, pero pronto destacó por su talento de ilustrador. Encargado de ilustrar varias secciones del periódico, se le confió la responsabilidad del suplemento infantil de los jueves Le petit vingtième. El primer número salió de la imprenta el 1 de noviembre de 1928. Para alimentar sus páginas, y siguiendo el ejemplo de los americanos -aunque en Europa era una novedad-, creó un tebeo en el que, según sus propios términos, las palabras saldrían directamente de la boca de los personajes. Así pues, el 10 de enero de 1929 Le petit vingtième presentó a un reportero llamado Tintín, enviado a Moscú para resaltar los defectos del bolchevismo, Las circunstancias llevaron a Hergé a imaginar a un reportero en lugar de ser él mismo quien hiciera los reportajes. La celebridad de su personaje iba a eclipsar la de todos sus colegas periodistas. Tintín fue a todos los lugares en los que ocurría algo a lo largo y ancho del mundo. Hergé, por su parte, se contentó con ser un viajero pasivo -aunque extraordinariamente bien informado- hasta que, varias décadas más tarde, cuando Tintín estaba casi llegando al final de sus aventuras, Hergé se fue de viaje alrededor del mundo.

Los múltiples niveles de lectura constituían otra característica de la obra de Hergé, la clave de su éxito. Creando un personaje que interesaba tanto a los niños como a los adultos, aunque por distintas razones, Hergé logró un golpe maestro. Decía que Tintín se dirigía a “todos los jóvenes de siete a setenta años”. En realidad, siempre ha tenido un gran público, que abarca desde los niños que aprenden a leer hasta los tintinófilos de edad avanzada. Cada uno encuentra su propio nivel de comprensión y de análisis. El éxito, además, se alimenta a sí mismo: los niños se convierten en adultos, que a su vez tiene hijos, y así se mantiene el mito. A los jóvenes les seduce la aventura, la comedia, la farsa. Los adultos ven, además, una sátira política, una parodia de la realidad, juegos de palabras, un arte de la anticipación. Los tintinólogos han leído y releído los álbumes en innumerables ocasiones, y siempre descubren algo nuevo. Las aventuras de Tintín, a imagen de su héroe, son inagotables.

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