Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 14 de noviembre de 2012

EDGAR TELLES RIBEIRO. LA MESILLA DE NOCHE

Hola, buenos días. Una semana más os saludamos desde Todos los libros un libro, el espacio de recomendaciones literarias de Radio Universidad de Salamanca en el 89.0 de las ondas. Hoy quiero presentaros una novela brasileña, escrita por Edgar Telles Ribeiro y publicada por la editorial Libros del asteroide con el título de La mesilla de noche. La obra ha sido traducida por Juan Sebastián Cárdenas Cerón y cuenta con un interesante prólogo de la novelista y poeta gallega Luisa Castro.
 
Edgard Telles Ribeiro es diplomático y, a su vez, hijo de diplomático. A lo largo de su vida, en su infancia y adolescencia, vivió, estudió y trabajó en Suiza, Turquía, Francia, Grecia y el propio Brasil. Ha sido también director de cine, habiendo llegado a presentar parte de su obra en el festival de Cannes. Algunos de estos rasgos de su propia vida impregnan la novela que hoy os comento, en la que afloran, a mi juicio, el encanto y la elegancia cosmopolitas que tan a menudo asociamos a esa profesión diplomática.
 
La mesilla de noche narra, a través de las visiones, a veces sucesivas, en ocasiones superpuestas, de dos personajes, Fernando y Andrea, la historia de una tía abuela de ésta, Guilhermina, cuya vida, intensa y azarosa, se desarrolla a lo largo de la mayor parte del siglo XX en Brasil y la convulsa y bulliciosa Europa de entreguerras. La novela está dividida en tres grandes partes, en las que se alternan en el relato Fernando, director de cine brasileño, como el propio autor, Andrea, una actriz, antigua amiga de éste, y de nuevo Fernando. A partir de los recuerdos de Andrea, de los documentos, los objetos, las fotografías, los muebles, las joyas, heredados de su tía abuela, y también de las entrevistas con los personajes que la acompañaron, que asistieron a su apasionante existencia, Fernando y la propia Andrea reconstruyen, como en un rompoecabezas, también como en una indagación periodística o una investigación policíaca, lo que pudo ser, lo que probablemente fue la deslumbrante trayectoria vital de Guilhermina. Y con este enfoque múltiple, La mesilla de noche nos ofrece una visión poliédrica, con facetas diversas y complementarias, de la extraordinaria vida de este personaje singular, Guilhermina, desde su infancia en una gran hacienda cafetera de Goiás, en Brasil, pasando por sus lujosas aventuras y sus peripecias sentimentales en Francia e Italia, hasta su muerte, ya anciana, de nuevo en su retiro brasileño.
 
El elemento nuclear de la novela, el que desencadena el interés de Andrea y Fernando y la consiguiente pesquisa que constituye y alimenta el desarrollo de la trama, es una información que ambos personajes nos dan a conocer desde las primeras páginas: cuando sólo tenía catorce años, en 1926, la niña Guilhermina fue entregada en matrimonio, por decisión de sus padres, en un arreglo familiar que les reportaría ciertos beneficios materiales, y contra la voluntad de la propia Guilhermina, al inmensamente rico Comendador Carlos Augusto de Maia Macedo, de sesenta y seis años. En la misma noche de bodas, sin ninguna consideración ni la mínima ternura, Guilhermina fue prácticamente violada por su anciano marido. Desde ese momento, y día tras día, la niña, ya forzosamente madura y adulta, trama su venganza, que se consuma siete años después con el asesinato de su esposo, encerrado por su aún joven mujer, hasta morir de hambre y sed, en las bodegas inaccesibles de su mansión campestre.
 
La mesilla de noche nos presenta a una mujer formidable, a un personaje, en cierto modo, adelantado a su tiempo, a una mujer libre, compleja, decidida, dueña de su propio destino, luchando por su vida, por el amor, con una voluntad y una determinación férreas; una mujer que, a partir de ese momento iniciático que os he descrito, encadenará amigos, amantes de ambos sexos, un nuevo matrimonio, viajes, arrebatos, seducciones, peripecias fascinantes. Una mujer que como se cuenta en un pasaje de la novela una vez cruzó un río con el vestido de novia arremangado hasta las rodillas, después paseó en elefante por Estambul, antes tuvo una modesta colección de muñecas, después cuidó de cuatro enanas verdes, antes amó profundamente a su hermano mayor, después se entregó a un hombre que volaba en globo y a una mujer en un tren… En definitiva, una mujer misteriosa y cautivadora, un personaje que remite a los estereotipos de los folletines decimonónicos, pero que tiene, a la vez, una vigencia y una modernidad indiscutibles.
 
Os dejo ya con un fragmento muy significativo del libro, en el que aparecen algunos de los motivos que desencadenan la historia narrada. Después, cómo no, música brasileña para complementar la atmósfera de la novela. En este 2012 que se encamina a su fin, se cumplen los ochenta y cinco años del nacimiento de Antônio Carlos Jobim, quizá el más grande compositor del Brasil. En el vídeo lo vemos mano a mano con Frank Sinatra interpretando la gran pieza clásica Garota de Ipanema, de la que este año celebramos también el quincuagésimo aniversario.
 
Mientras conducía le pregunté sobre el origen del nombre La mesilla de noche, que me hacía pensar en el pequeño mueble paterno con su despliegue de objetos misteriosos que habían instigado mi imaginación de niño, en particular gemelos y cuellos almidonados, llaves y binóculos, junto a portarretratos y viejos ceniceros. Andrea me habló entonces de su tía Guilhermina, en realidad su tía abuela, de quien había heredado hacía año y medio una finca de buen tamaño en el interior de Goiás, repleta de muebles, objetos antiguos, porcelanas y otras curiosidades. Pero sobre todo había heredado una historia que me obligó a aparcar en la orilla del lago Paranoá, pues no existía en toda la ciudad un bar que estuviera a la altura del pergamino que mi amiga, poco a poco, empezaba a desenrollar ante mis ojos.

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