Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 18 de diciembre de 2013

JAMES GEARY. EL MUNDO EN UNA FRASE

Hola, buenas tardes. Un miércoles más está con vosotros Todos los libros un libro, el espacio de Radio Universidad de de Salamanca dedicado a las recomendaciones de lectura. Hoy, con las navidades a punto de hacer su aparición oficial -su otra presencia, la comercial, ya hace semanas que nos agobia por doquier- os traigo un libro distinto a los que habitualmente presento, centrados casi siempre en el ámbito de la narración, de la ficción literaria. Pues aunque el aforismo, nuestro protagonista de esta tarde, pertenece sin duda al espacio de la literatura, presenta unas especificidades, unas singularidades, que lo alejan de las propuestas más comunes en nuestro programa. He querido aprovechar la brevedad de estos días coincidentes con el solsticio de invierno -los más cortos del año- para hacerlos coincidir con la escueta concisión aforística que se encierra en mi consejo.
 
El libro del que quiero hablaros hoy es una antología, una recopilación, una selección de aforismos, esos destilados de ingenio e inspiración, esos concentrados de pensamiento, esas píldoras de sabiduría que, estando presentes en todas las etapas del desarrollo de la humanidad, tan bien encajan, por otro lado, en esta época actual en la que no hay tiempo para los grandes relatos, las teorías complejas, las explicaciones generales, los sistemas universales; en estos tiempos nuestros, en los que todo es rápido, fugaz, fragmentario, parcial, interrumpido, “deconstruido”.
 
Un libro que es, además, y ello puede hacéroslo especialmente sugestivo, un texto pedagógico, podríamos decir, pues contiene mucha información de utilidad para adentrarnos en el terreno de los aforismos si es que este ámbito nos resultaba hasta ahora desconocido. Un libro, pues, con el que no sólo vais a poder disfrutar leyendo, sino que también podréis aprender, como he hecho yo mismo, multitud de anécdotas e historias curiosas y llenas de interés. Se trata, lo desvelo ya, de El mundo en una frase. Una breve historia del aforismo, escrito por el norteamericano James Geary y publicado por Ediciones CEAC, una filial centrada en el mundo laboral y empresarial, al parecer, de la conocida editorial Planeta. El alejamiento de CEAC del mundo literario en sentido estricto puede explicar, que no justificar, una defectuosa traducción que se atribuye, en el propio libro, a una misteriosa EdiDe S.L. Que en un libro de aforismos, muy vinculados, como ahora veréis, al mundo de la filosofía, se hable del filósofo francés Blaise Pascual en vez de Pascal, o de un supuesto Bishop Berkeley, desconociendo que Bishop no era el nombre sino la condición del Obispo Berkeley, cuestiones ambas al alcance de cualquier estudiante de secundaria medianamente bien informado, parece algo difícilmente disculpable. Por lo demás, el libro está muy bien editado, es formalmente muy bello y su contenido muy atractivo, interesante y entretenido.
 
Tras describir el nacimiento de su personal afición por los aforismos, en un fragmento que os dejo aquí como cierre del programa, James Geary plantea, en un capítulo inicial, las cinco grandes reglas de los aforismos, las exigencias, las leyes implícitas que todo aforismo debe cumplir para poder desempeñar su papel como fuente de inspiración, sabiduría y entretenimiento. Sostiene el autor, y justifica sus afirmaciones con ejemplos múltiples, que el aforismo perfecto debe ser breve, en tanto ha de concentrar un mensaje escueto, urgente; tiene que ser definitivo, porque debe expresar una idea a la primera, sin deliberación, debate o duda alguna; ha de ser personal, ya que debe contener el espíritu, reflejar la personalidad de quien lo emite; debe también ser filosófico, contener una reflexión, un pensamiento, una meditación con siquiera un vago alcance metafísico; y debe, además, contener algún giro, alguna vuelta de tuerca, algún elemento de sorpresa, imprevisto, que lo dote, aunque sea de un modo tenue, de unas gotas de humor.
 
A partir de esas premisas, en el libro se hace un repaso exhaustivo de los más destacados “aforistas” de la historia del hombre, organizados en capítulos que encabezan rúbricas muy explícitas: Somos lo que pensamos, dedicado a los sabios, predicadores y profetas de la antigüedad; Un hombre es rico en función de las cosas de las que puede prescindir: estoicos griegos; Incluso en el trono más alto uno se sienta sobre sus posaderas: moralistas franceses y españoles; El bien y el mal son los prejuicios de Dios: herejes, disidentes y escépticos; La falta de dinero es la causa de todos los males: el auge del chiste breve americano; Conócete a ti mismo, no trates de comprender a Dios; la humanidad sólo debe estudiar al hombre: elogio de la poesía ligera; y Al principio era la palabra, al final sólo el cliché: el aforismo en la actualidad. Una selección que va, en consecuencia, desde los aforistas más remotos, Lao-Tsé, Buda o Confucio, hasta los más actuales como Jenny Holzer, Antonio Porchia o Bárbara Kruger, pasando por una treintena larga de sobresalientes exponentes del género: Marco Aurelio y Séneca, Montaigne, Gracián y La Rochefoucauld, Schopenhauer, Nieztsche y Lichtenberg, Mark Twain, William Blake o Dorothy Parker. El análisis y comentario de cada uno de los autores presentados se entrevera con infinidad de muestras de su ingenio, con decenas de ejemplos de aforismos, algunos muy conocidos, y todos extraordinariamente sugerentes y representativos del talento creador de estos autores. Además, al término del libro, Geary ofrece una amplísima bibliografía para quien quiera seguir adentrándose en este fascinante mundo, aunque hubiera sido aconsejable un índice de pensadores citados que facilitara la consulta.
 
Os dejo con un breve fragmento del texto, en el que se narra el origen de la fiebre de su autor por el coleccionismo de aforismos. Como complemento musical a mi reseña, y como no puede ser de otra manera, una canción brevísima, un destello fugaz, un atisbo de belleza apenas entrevisto, un suspiro genial: Her majesty, de los Beatles.
 
Además, si el género os interesa especialmente, podéis adentraros en sus vericuetos en las emisiones que a partir del próximo 30 de diciembre y durante cuatro semanas os ofrecerá Buscando leones en las nubes, mi otro espacio en Radio Universidad de Salamanca.
 
 
Cuando tenía trece años empecé a coleccionar citas. Al principio no tenía nada claro cómo tenía que coleccionar los aforismos. O bien tienes una buena memoria o bien tomas nota de los dichos en el momento de leerlos. Me decidí por el último método. Descolgué el póster de George Harrison de la pared -el del disco All things must pass en el que aparece vistiendo un gran sombrero de alas caídas y gesto hirsuto-, le di la vuelta, volví a colgarlo y empecé a escribir los aforismos en el reverso. Como coleccionista, yo era alguien muy parecido a la persona descrita por el aforista francés del siglo XVIII Nicolas Chamfort: La mayoría de los coleccionistas de versos y dichos obran como si estuvieran comiendo cerezas u ostras; al principio seleccionan las mejores, pero terminan comiéndolas todas.
 
Mi ansia por coleccionar aforismos era enorme, así que cuando el póster de George Harrison se llenó por completo, pasé al de David Bowie y después al de Pink Floyd. La colección fue creciendo hasta mis veintipocos años, momento en que empecé a coleccionar libros. Pero los pósters aún siguen colgados en las paredes de mi estudio. El papel ha envejecido y ha adquirido una tonalidad amarillenta, las esquinas están rotas de tanto poner y despegar cinta adhesiva. Las citas llenan todo el espacio disponible. Las primeras frases, en tinta roja, escritas en mi pulcra pero nerviosa letra de adolescente, se han ido desvaneciendo con el tiempo hasta quedar prácticamente ilegibles.


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