Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 27 de mayo de 2015

DARÍO JARAMILLO AGUDELO. MEMORIAS DE UN HOMBRE FELIZ
 
Créame. Soy un hombre feliz y en las páginas que siguen me propongo contarle cómo alcancé la felicidad.
En otras palabras, ésta es la historia de cómo asesiné a mi esposa, si bien aquí no se trata de una confesión y en términos oficiales no puede hablarse de asesinato. Es más, existe un certificado médico que explica las causas naturales que la llevaron a la tumba. Allí la acompañé, con cara y dignidad de viudo, sin lágrimas públicas pero insinuando sin insinuar, con pudor, los llantos privados que nunca ocurrieron. Nadie sospechó, nadie sospecha, que urdí un plan tan perfecto que, gracias a él, Regina García, mi esposa por más de veinticinco años, abandonó este mundo. Ya le contaré.
Estas memorias tienen tanto de confesión como que se trata del relato de unos hechos por su protagonista. Hay confesión porque se oye la voz de una primera persona, un yo, el único que conozco, pero no porque tengan el carácter de expiación. No me siento culpable, no me remuerde la conciencia, ni percibo en mí la mancha del pecado. Al contrario, cuando pienso en cómo me deshice de Regina, me invade el placer de cierta justicia cumplida, de un precio que cobré, de una especie de rescate de mí mismo. Fue el crimen perfecto, guarde el secreto, sellado con la firma del médico que la trató durante las enfermedades, certificando la muerte natural de Regina. Mi historia puede ser leída como la experiencia de un marido liberado, como una fábula cruel pero con final feliz.
Una fábula útil, no una novela -si bien está determinada a adquirir su forma-, pues no pretendo poseer imaginación -todo lo contrario-, de manera que no soy idóneo para inventar una ficción.
Ni novela ni confesión, tal vez memoria científica, informe de caso, mi empeño es producir un libro útil, escueto, que vaya al grano, de manera que me limitaré a los hechos: cómo era yo antes de alcanzar la felicidad, qué obstáculos me impedían adivinar que lograría esa plenitud, de qué modo descubrí que estaba obligado a suprimir a mi esposa y cómo lo planeé y ejecuté. Tal es el contenido de estas memorias.
 
 
Hola, buenas tardes, bienvenidos a Todos los libros un libro. Estaréis de acuerdo conmigo en que después de haber escuchado la lectura de un texto como el precedente es imposible que no os hayan asaltado las ganas de acudir de inmediato a una librería y haceros con un ejemplar del libro cuyo primer capítulo contiene párrafos tan atrayentes. Pues bien, os aseguro que de ser así, de haberos dejado llevar por el prometedor estímulo que proporciona un inicio tan poderoso y provocador, no os sentiréis decepcionados, pues el resto de la novela, de esta magnífica novela que hoy os presento, es tan sugestivo e interesante, tan lleno de humor e inteligencia como el fragmento con el que he abierto hoy nuestra pequeña sección.
 
Se trata de Memorias de un hombre feliz, su autor es el colombiano Darío Jaramillo Agudelo y lo publicó en 2010 la valenciana Editorial Pre-textos. Escrita en primera persona, el narrador, Tomás, un ingeniero nacido en 1940, cuenta retrospectivamente la historia de su acceso a la felicidad, una felicidad que pasa necesariamente, como acabáis de escuchar, por la muerte de su esposa. No sé quién soy, de eso tengo certeza, escribe nuestro esquivo protagonista, que una y otra vez reflexiona sobre los límites de realidad y ficción en su relato: disfrazo esta historia como una novela porque me es útil la coartada de la ficción y porque en el empaque de novela, está visto, cabe cualquier cosa. Este análisis lateral pero presente en varios momentos de la obra, estas elucidaciones sobre la confusión de los géneros, memoria y crónica, autobiografía o narración novelada, forman parte sustancial del libro que se abre con una, a este respecto, significativa cita de John Barth que es toda una declaración de intenciones literarias: Definir la ficción como una especie de representación verdadera de la distorsión a que todos sometemos la vida.
 
De manera que hay metaliteratura en esta estimable novela, y hay filosofía también con las disquisiciones sobre el tiempo y su transcurrir, sobre los enigmas de la propia identidad, sobre lo que nos hace felices, sobre, en último término, el sentido de la existencia, hay divertidos sofismas con los que el protagonista intenta justificar su voluntad, este certero deseo de asesinar a su esposa, pero sobre todo hay una novela, una narración formidable, un agilísimo y muy fluido relato que da cuenta de casi treinta años de la vida de su peculiar, de su muy singular personaje principal. Por ello, inventada o auténtica, ficticia o real, la historia de nuestro feliz Tomás resulta, como os digo, muy interesante y merecedora de nuestra atención que no desfallece en ningún momento de la lectura. Una lectura que se ve interrumpida, no obstante, en la página 158, por un fallo imperdonable: el castigo que Dios infringió a Adán, con ese terrible infringir en lugar del adecuado infligir. En fin, ello no obstaculiza el disfrute pleno de este estupendo libro.
 
Tomás es un científico, de mente racional, odia la improvisación, detesta el apresuramiento, la agitación, lo espontáneo. Desde joven trabaja con máquinas, que lo fascinan y a las que ama porque en ellas sólo hay rutina, previsibilidad, monotonía, idéntica repetición de lo mismo, siguen siempre un ritmo constante, sin prisas ni dilaciones, fieles a los rigurosos mecanismos que las gobiernan. Descree, por tanto, en su búsqueda de la felicidad, de los sentimientos, del amor. Dice: entre los caminos que no conducen a la felicidad, acaso el más equivocado es el amor, que tiene la apariencia engañosa de ser una vía rápida hacia la dicha. Mentira. Doy fe de que es mentira.
 
Casado por mera inercia con Regina, su jefa en la empresa de instalaciones industriales en la que trabaja, conviviendo con ella -anulado por ella- durante más de veinticinco años movido tan sólo por un cómodo ‘dejarse llevar’, su ideal, su paraíso, son sus máquinas, los relojes a los que es tan aficionado, la empresa a la que dedica doce horas diarias durante seis días a la semana, sin vacaciones. Trabajar mucho, amar el trabajo, hacerlo cada día mejor, señala, ése es el secreto de la felicidad.
 
El 27 de enero de 1990, a las diez de la noche y dos minutos, como registra con minuciosidad propia de su carácter estricto, en la fiesta posterior a la boda de su hija, Tomás constata, al recibir de su esposa un plato de comida en el que ésta había seleccionado por él ‘las cosas que más te gustan’, una austera mezcolanza de lomo de cerdo frío, repollo agrio y puré de patatas, constata, digo, que su vida entera es una impostura, una creación de su mujer. Viendo los platos de sus amigos, repletos de langostinos humeantes y bañados al curry, exóticas ensaladas y apetitosos aguacates, Tomás ‘cae del caballo’ y enlaza definitivamente los muchos indicios de dominio irracional y férreo de su esposa que, desperdigados, su vida le había mostrado con anterioridad, y cuya descripción detallada puntea la novela: las dietas de Regina, la falsa cultura de Regina, las superficiales amigas de Regina, los temas manía y los temas tabú de Regina, las modas de Regina, ‘lo que se usa’ en expresión recurrente de ésta. En ese momento iniciático de la cena en la boda de su hija, descubre que el Tomás de Regina era un invento de ella y que por debajo de él, existía otro Tomás, latente y oculto durante tantos años de opresión, de dictadura de su esposa. Entonces determina, no sin arduos y divertidísimos razonamientos y componendas, librarse definitivamente de ella acabando con su vida.
 
Memorias de un hombre feliz, de Darío Jaramillo Agudelo, publicado por la editorial Pre-Textos es, en definitiva, un libro muy interesante que os recomiendo vivamente porque encontraréis en él momentos francamente entretenidos además de, por debajo de esa apariencia fácil y hasta ligera, auténticas cargas de profundidad contra muchas absurdas ideas dominantes, en forma de sugestivos temas de reflexión sobre el sentido de nuestras vidas, sobre nuestra impostergable aspiración de la felicidad y sobre la casi siempre desgraciada ausencia de ésta.
 
Como contrapunto al tono humorístico con el que en el libro se tratan las relaciones conyugales, la canción elegida para complementar mi comentario, Behind the Wall, de Tracy Chapman, narra la cara amarga de la convivencia marital a través de un episodio de violencia doméstica.
 
Os ofrezco también -como cierre a mi reseña- otra manifestación de la obra literaria de Darío Jaramillo, su poesía. Extraído de Poemas de amor, el bello libro del colombiano que publicó la editorial Visor en 2013, os dejo Primero está la soledad, un poema relacionado, en cierto modo, con el motivo principal de la novela que acabo de comentaros.
 
 
Primero está la soledad.
En las entrañas y en el centro del alma:
ésta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese fruto perplejo, no tiene que agriarse con tu sino solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original -contigo mismo-.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.
 
 

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