Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 30 de marzo de 2011

REVISTA LITORAL

Hola, buenos días. Bienvenidos un miércoles más a Todos los libros un libro, la particular invitación a la lectura que os hacemos semanalmente desde Radio Universidad de Salamanca. Esta semana mi recomendación no se centra exactamente en un libro sino que tiene como eje una revista, una revista literaria. Quizá os digáis que una revista de literatura debe ser algo muy árido, muy académico, algo vinculado a un ámbito muy restringido, el de los profesores, el de los expertos en literatura, algo muy aburrido en suma. Pero nada más lejos de la realidad en el caso que nos ocupa. Por de pronto, la revista Litoral, pues de ella se trata, no es, de entrada, una revista que se centre solamente en la literatura, es más, Litoral se identifica en su propia cabecera, como Revista de la Poesía, el Arte y el Pensamiento. La amplitud del abanico de temas que trata la hacen, así, más abierta a un mayor número de personas, aunque sean los amantes de la literatura, de la poesía singularmente, sus más fervientes lectores. Dirigida en la actualidad por Lorenzo Saval, Litoral lleva más de ochenta años, desde 1926, aunque con discontinuidades varias, con apariciones y desapariciones y reapariciones, ofreciendo al lector unos cuidadísimos y espléndidos números. Con el último publicado, dedicado a la fotografía, la revista llega a la cifra, insólita para una publicación de este género, de 250 volúmenes; y digo bien, volúmenes, pues la revista se presenta en formato libro, con cientos de páginas que albergan decenas de poemas, numerosos estudios, algunos pequeños ensayos, infinidad de imágenes, cientos de reproducciones de cuadros, múltiples ilustraciones.

En 1926, dos poetas, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, deciden poner en marcha una revista que pudiera canalizar sus ideales poéticos y aun estéticos en el sur de España, en una Málaga no demasiado unida hasta entonces a proyectos artísticos o experiencias literarias de envergadura. La cercanía al mar de la pequeña imprenta en la que se editaban los primeros números, la reiterada presencia de los motivos marinos en la poesía de algunos de los colaboradores más destacados, caso de Rafael Alberti, por ejemplo, junto a la explícita voluntad de los fundadores de editar una revista que evocara al mar, fueron algunas de las causas que llevaron a la elección del nombre, Litoral, y del dibujo, un pez saliendo de un agua azul, el símbolo identificativo de la revista, obra del pintor Manuel Ángeles Ortiz, y que se ha mantenido hasta nuestros días, como un icono de lo mejor de nuestra cultura en el siglo XX. En el sumario de aquel primer número, aparecen, fijaos con atención, los nombres de Federico García Lorca, Jorge Guillén, José Bergamín, Gerardo Diego, que junto a los ya mencionados Rafael Alberti y los promotores de la revista, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, constituyen lo más granado de la excepcional generación del 27.

Desde entonces, Litoral ha acogido a todos los poetas, pintores, pensadores y artistas que han significado algo en nuestra vida cultural de los últimos ochenta años. La lista, aunque sólo fuera de las figuras señeras, sería interminable. Dejadme que os cite, en enumeración apresurada y forzosamente limitada, a Luis Cernuda, Gómez de la Serna, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Juan Gris, Pablo Picasso, Benjamín Palencia, Salvador Dalí o Manuel de Falla, para referirme a la primera época de la revista. También Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Max Aub o Francisco Giner de los Ríos como muestra de los colaboradores en la etapa del destierro, en México, tras la nefasta guerra civil. En los años sesenta y setenta Litoral acoge, entre otros, a José Ángel Valente, José Agustín Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Claudio Rodríguez, Gabriel Celaya, Jaime Gil de Biedma, Ángel González. Como véis, todos ellos nombres mayores, muy mayores, de nuestra poesía. En los últimos veinte años, con la presencia destacada de Lorenzo Saval, su actual director, Litoral ha ofrecido sus páginas a todos los poetas que tienen algo que decir en nuestra poesía actual.

No hay tiempo para que pueda proporcionaros más detalles de la copiosa y fecunda historia de la revista, porque quiero referirme a la peculiar propuesta que Litoral ofrece, no sólo en cuanto a contenidos sino también formalmente. En cada nuevo ejemplar de la revista se presentan, normalmente, diversas aproximaciones a un tema de referencia, a un eje central y monográfico. El mar, la ciudad, la gastronomía, los animales, el deporte, el flamenco, el cine, el jazz, la identidad, el rock español; Kavafis, Neruda, Alberti, Picasso; Argentina, Galicia, Italia, Cataluña; Felipe Benítez Reyes, Luis Antonio de Villena, Luis García Montero, Ángel González o Carlos Marzal, han tenido un número dedicado en exclusiva. De entre todos ellos, y a modo de ejemplo, quiero hablaros con un mayor detenimiento de uno de sus números, el dedicado monográficamente al vino, presentado en 2008 con ese mismo título, con el benéfico elixir como elemento aglutinador de las distintas colaboraciones. Litoral presenta poemas, recogidos con buen criterio y extraordinario acierto de entre las páginas de la historia de la Literatura, que tienen en esta ocasión al vino como motivo principal. Así se rastrea la presencia del vino en Grecia y Roma, y aun antes, para llegar a la actualidad, pasando por el siglo de oro o el siglo XIX. Pero además, se ofrecen curiosos acercamientos literarios al universo del vino como, por ejemplo la relación del vino con la religión; versos sobre las vides, la vendimia, las botellas, las copas o las uvas; el vino y el cine; el sexo y el vino; las borracheras; las tabernas; los brindis; las diversas marcas del vino. Todo ello, insisto, trufado de poemas alusivos a cada una de las cuestiones tratadas… y todo ello, además, presentado de un modo muy bello, con infinidad de reproducciones que recogen la aparición, aunque sea meramente episódica y circunstancial, del vino en el arte, con muchas excelentes ilustraciones, para acabar conformando, en cada nuevo número, una auténtica obra de arte, que en su perfección formal se suma al alto valor de los textos que incluye.

Os dejo con unos versos de Horacio, su conocido Carpe diem, que podréis encontraros en este número de la revista Litoral dedicado al vino, y que espero que sirva para interesaros por las extraordinarias publicaciones de la revista malagueña. A su término, y aprovechando la excusa alcohólica, una clásico que habla de bares, esa maravilla que es Between the bars, en la delicadísima versión de Chris Garneau. Hasta la semana que viene.


Carpe diem

No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy, captúralo.

2 comentarios:

libro dijo...

guaaa!! me ha encantado el blog, por que siempre encuentro temas muy interesantes.

Alberto San Segundo dijo...

Gracias, Ibiza, por tu amable comentario.

Espero que sigas visitando mis blogs con agrado.

Un saludo