CUCA CANALS Y JOSÉ CASTRO. EN POCAS PALABRAS. JOSÉ MARÍA ECHEVERRÍA ECHEPARE. TÍTULO DEL LIBRO
Hola, buenos días. Aquí estamos, un miércoles más, en la sintonía de Radio Universidad Salamanca, para recomendaros un nuevo libro con la esperanza de acertar, de que nuestra propuesta pueda interesaros. Hoy os traigo no uno, sino dos libros que tienen un evidente nexo unificador, aunque pertenecen a autores diversos, parten de propuestas distintas y están editados en ámbitos diferentes y por editoriales independientes entre sí. Pero son libros, y eso tienen en común, que rezuman creatividad, espíritu festivo, diversión, distracciones visuales, juegos verbales y gráficos; libros que tienen a las palabras como protagonistas, pero las palabras en su condición física, material, viva, las palabras desde el punto de vista formal, más allá del significado que transmiten, el cual, siendo importante, alcanza una dimensión secundaria frente a la disposición espacial de los fonemas, frente a la imagen, frente al signo, frente a la potencia significativa de los iconos.
Pero vayamos con las referencias de ambas obras. La primera es En pocas palabras, escrito en colaboración por Cuca Canals y José Castro, y publicado por El Aleph Editores en 2008. La segunda se debe a Josemaría Echeverría Echepare, el título del libro es, de un modo redundante pero muy descriptivo de lo que nos vamos a encontrar en su interior, Título del libro, y lo publicó, también en el pasado 2008, la palentina Ediciones Cálamo.
En pocas palabras es una obra conjunta debida a la capacidad inventiva y a la imaginación de Cuca Canals, novelista, guionista de cine, pintora, y a la pericia técnica y la pulcritud en el grafismo de José Castro, diseñador gráfico e ilustrador. Como guionista, Cuca Canals ha colaborado en algunas de las más destacadas películas de Bigas Luna, entre otras Jamón, Jamón o Huevos de oro. Ha publicado también cuatro novelas, en las que siempre afloran los juegos de palabras, los retos verbales, la poesía visual, como en el libro del que os hablo esta mañana.
Resulta difícil describir a través de la radio las características de una obra que tiene en la imagen a su protagonista principal, como si mi pretensión fuera explicaros con palabras la esencia de La Gioconda, por ejemplo, pero dejadme deciros, en un intento algo vano de dar cuenta de la naturaleza de este libro singular, que En pocas palabras contiene una serie de aproximaciones visuales al mundo del arte; a sus principales movimientos, el minimalismo, el dadaísmo o el puntillismo, entre otros; a algunos destacados pintores, Goya, Miró, Picasso, Dalí, Modigliani o Toulouse Lautrec, por citar unos pocos; al universo cinematográfico, a través de sus actores y actrices, Robert Redford, Jack Nicholson o Angelina Jolie, a modo de ejemplo, y de algunas conocidísimas películas, sirvan de muestra American Beauty, Carros de fuego, Batman, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Dr. Jekill y Mr. Hyde, El exorcista o Cantando bajo la lluvia; a la literatura, con menciones a Cien años de soledad, El Quijote, Cumbres borrascosas, Shakespeare, Dostoiesvski, Pessoa y hasta Ruíz Zafón; a la música, tanto la clásica, Mozart, la ópera, Fausto, Montserrat Caballé, como la más actual, con U2, Marilyn Manson, los Beatles, Pink Floyd o los Rolling Stones.
Pero lo excepcional del libro, lo que resulta casi imposible de trasladaros por este medio con mis palabras, es que cada uno de estos motivos que acabo de mencionaros es presentado con un juego gráfico, con un recurso iconográfico, con un fogonazo expresivo hecho de imágenes y textos muy breves, al modo de la publicidad, en un contraste muy llamativo, inesperado, siempre sorprendente, algo mágico, lleno de humor, repleto de imaginación y creatividad, hasta conformar una obra muy vistosa, muy rica formalmente, muy innovadora, una auténtica delicia. Pensad, por ejemplo, que una página contiene el título del libro de José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, escrito con la tipografía que utiliza habitualmente la ONCE en sus campañas. Otra presenta repetida la palabra ‘mar’ infinidad de veces, creando un océano verbal, en cuyo centro, aislado, surge el nombre ‘Robinson Crusoe’. Una tercera incluye todas las letras del alfabeto, en su orden natural, en un color negro uniforme del que sólo se separa la letra P, dibujada en rojo. El título de la página, es, no tan obviamente, ‘Actriz’.
El segundo libro del que quiero hablaros supone también una propuesta sorprendente y algo arriesgada por insólita y poco convencional, al tiempo que participa de estas características de juego, de ejercicio lúdico que podíamos encontrar en la obra de Canals y Castro. Imaginad -una vez más debo recurrir a vuestra capacidad de evocación, ante la imposibilidad de mostrar con exactitud un libro predominantemente visual-, imaginad, digo, un libro en el que cada página hablara y contase su peripecia vital, llamémosla así. La primera, la página en blanco, la que contiene el título, la que recoge los créditos, la que da cuenta de la impresión, la que incluye la dedicatoria, la de agradecimientos, la que da cobijo a las citas iniciales, la que presenta alguna nota al pie, la del periódico, las pares, las impares, las imposibles, la página 12 y media, la 6.198.314, la 13,53. Y cada una de ellas descolocada o con saltos en la numeración o invertida o boca abajo o escrita al revés obligando al lector a replantearse las convenciones de la lectura, el arbitrario orden de los textos habituales, la rígida estructura de cualquier volumen al uso; invitando al lector a transgredir la adusta respetabilidad del libro, a alterarlo, a modificar irreverentemente su esencia, a jugar con él; exigiendo al lector el abandono de su muy triste seriedad adulta, el aburrido tedio de lo ya dado y repetido desde siempre; descubriendo en el lector su vena infantil, su inocente entusiasmo, su libertad sin restricciones. Incluso la portada participa de este caos provocador: el título del libro es Título del libro. Su autor es Autor, aunque en la solapa interna se dé noticia de su auténtico padre.
No tengo ya tiempo para detenerme más en el análisis de ambas obras. Consultadlas, leedlas, jugad con ellas, seguro que pasaréis un rato entretenido y muy placentero a la par que ilustrativo e interesante. En pocas palabras, de Cuca Canals y José Castro, y Título del libro, de Josemaría Echeverría, con una de cuyas páginas os dejo por hoy, no sin antes presentaros mi propuesta musical. Dado que el libro es el protagonista último de mis recomendaciones de esta semana, os ofrezco una canción que habla de ese mundo: Jonathan Rundman cantando Librarian. Hasta la semana que viene.
No sé si el libro te estará gustando. Nosotras es que somos así. Si has llegado a este punto supongo que no te caemos del todo mal. Pero quizá estés buscando una explicación. A tanto no me atrevo, porque quizá no exista sólo una, sino varias. A mí me parece una especie de fiesta o algo así. Lo que sí te diré es que las páginas no tenemos, según dicen, un futuro demasiado claro. Algunos visionarios de salón afirman que los libros pueden desaparecer. Que no seremos necesarias a causa de Internet, los ordenadores y todas esas maquinitas. No lo sé. Aunque a veces es fantástico no ser imprescindible, porque puedes hacer lo que te dé la gana. No es que yo sea una libertaria empedernida, pero me gusta esta nueva sensación. Dicen que lo mejor de la pintura o la fotografía llegó cuando se libraron del rollazo de representar y reproducir. No sé si me explico. Si para transmitir la información ya no fueran necesarios los libros, quizá estos podrían divertirse un poco más. Pasarían a ser un objeto valioso en sí mismo, una suerte de capricho u obra de arte. Tampoco me hagas mucho caso, que no pretendo ser una página profética. Al fin y al cabo ignoro si esto es el comienzo de una nueva vida, el canto del cisne o una solemne tontería. Pero... ¿qué más da?
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