Vivo entre muchos libros y extraigo una gran parte de mis ganas de vivir del hecho de que aún leeré la mayoría de ellos. (Elias Canetti)

miércoles, 13 de junio de 2012

VASILI GROSSMAN. VIDA Y DESTINO

Hola, buenos días. Hoy no os traigo, como todas las semanas, un libro más, una simple novela, hoy os traigo una obra maestra, uno de los grandes hitos de la literatura universal, destinada a ser recordada, dentro de cien años, cuando los críticos literarios de ese tiempo, los expertos profesores, los sesudos académicos, si es que todavía tales especies hubieran sido capaces de sobrevivir, pero sobre todo las gentes del común, los lectores de a pie, hagan el arqueo de la infinidad de libros escritos en el siglo XX y separen el grano de la paja; entonces Vida y destino, la magna obra de Vasili Grossman aparecerá como lo que ya es hoy, un clásico imperecedero, un libro que no sólo dará cuenta de una época, de la devastación terrible provocada a mediados del siglo pasado por dos horrores simétricos: la barbarie nazi y el terror estalinista, no sólo servirá para documentar de modo fidedigno una etapa oscura, quizá la más sombría y brutal de la historia de la humanidad, sino que seguirá entonces hablando al alma de los seres humanos, pues en él hay verdad y emoción a raudales, en él hay reflexiones y sentimientos auténticos y hay sensibilidad y hay, sobre todo, vida.

Vida y destino, escrita por su autor terminada la segunda guerra mundial y acabada en 1960, no vio la luz hasta 1980 en Suiza, sin que Grossman llegara a verla publicada, pues falleció en 1964. Él mismo la había presentado a las autoridades rusas para su edición, pero el jefe ideológico del Politburó, el censor Súslov, denegó el permiso con la afirmación, que ya pertenece a la mitología literaria, de que el libro no podría publicarse en doscientos años, dado el peligro que su mensaje entrañaba para la causa soviética. La novela salió de Rusia gracias a la intervención del disidente Sajarov y no pudo ser leída por sus compatriotas hasta 1988. En España se conocía, tan sólo, una traducción del francés publicada por Seix-Barral en 1985, hasta llegar a la actual edición, vertida del ruso por Marta Rebón y aparecida en 2007 bajo el sello de Galaxia Gutemberg.

Vida y destino es una novela total, pues en sus mil cien páginas Vasili Grossman intentó, con éxito indudable, recogerlo todo, abarcar la complejidad de la vida humana en su totalidad. Así, por un lado, nos hallamos ante una saga familiar. El libro narra la vida de las tres hermanas Shaposhnikov, Liudmila, Zhenia, Marusia, y el único varón de la familia, Mitia, y su difícil existencia a principios de los años cuarenta, en plena guerra, entre Moscú y Stalingrado, y en Kazán y Kuibishev, otras ciudades del vasto imperio soviético. Asistimos a sus peripecias vitales, a sus preocupaciones laborales, a su lucha por la vida, a sus dramas personales, a sus matrimonios, al nacimiento de sus hijos, al trato con sus parientes, a la relación con sus amigos, a la devastación que produce en la familia la dramática guerra: una de las hermanas muere en un bombardeo, Mitia es encerrado en un campo de concentración, el primer marido de Liudmila es arrestado, y Viktor, su segundo marido, un físico que es trasunto del propio autor, es represaliado en su laboratorio científico por no defender una ciencia… ¡estalinista!

Es, también, y muy significativamente, una novela bélica, que describe las vicisitudes de la segunda guerra mundial, en particular el cerco y la ulterior derrota alemana en Stalingrado, de consecuencias decisivas para el devenir posterior de la contienda. Y en el libro suenan el fragor de las batallas, las ráfagas de ametralladora, las explosiones de las bombas, el destructor trepidar de los tanques, el zumbido ominoso de las escuadrillas aéreas. Y acompañamos a los combatientes en sus lamentables rutinas, en su miedo, en su hambre y su frío atroces, en su cotidiano abatimiento y en la enloquecida exaltación de los combates. El autor nos traslada a ambos frentes, el ruso y el alemán, para encontrar en ellos idénticas tragedias humanas.

Pero Vida y destino es además una novela política, que denuncia abiertamente la ceguera, el fanatismo y la intolerancia del dirigismo soviético, las cobardes delaciones, las purgas irracionales, el arribismo culpable de los funcionarios del partido, la criminal y arbitraria organización social de un Estado totalitario que secuestra y castiga y encarcela y tortura y mata en nombre de abstracciones fraudulentas. Las intrigas burocráticas, terribles, pues conducen en muchos casos a la deportación y la muerte, afloran en diversos pasajes del libro, transmitiendo una sensación de opresión, un absurdo que denominaría kafkiano, si el adjetivo no ciñera la cuestión al terreno meramente literario, cuando sabemos que no se trata de una historia libresca, sino que la realidad fue así, como la cuenta Grossman, y que la mezquina actuación de tantos hombres poseídos por la locura estatalista, por la ciega devoción a la figura del “Gran Hombre Stalin”, provocó millones de muertos.

Es, asimismo, por lo tanto, un documento sobre el terror, un alegato contra la sangrienta barbarie nazi y su correlato la inhumana barbarie soviética. Algunos episodios del libro se desarrollan en los campos de concentración de ambos bandos, en las antesalas de las cámaras de gas, en los barracones repletos de cadáveres ambulantes, en la helada soledad de la estepa siberiana en la que el frío, el hambre y los trabajos forzados acaban con la vida de los disidentes. Son especialmente sobrecogedores los capítulos en los que las víctimas judías son encerradas en los ghetos, y transportadas, en un hacinamiento animal, hacia los campos de exterminio.

Es igualmente, y por último -no puedo resumir en diez minutos una obra de tal magnitud-, una novela de amor que nos habla con esperanza de la fuerza del ser humano para superar la adversidad, para mantener la dignidad, para querer, para amar, para enternecerse, para sentir, para conmoverse, para emocionarse y, sobre todo, para desde ese amor, desde esa ternura, desde esa emoción, desde esa dignidad, construir una vida auténtica y plena en medio del dolor y la terrible y desoladora inhumanidad. No os perdáis esta maravilla, esta obra maestra de la literatura universal, y lo que es más importante, esta novela que toca directamente el alma humana con sus palabras de verdad.

Como ilustración musical de la novela os dejo una canción que inicialmente habla de amor, pero a la que sus creadores han querido significar como una muestra de rechazo a otra guerra, la de Irak. The Unthanks y su preciosa Give away your heart.

En las filas resonó el grito de un niño seguido del grito salvaje y penetrante de las mujeres. Los que habían sido seleccionados continuaban callados con la cabeza gacha.
¿Cómo se puede transmitir la sensación de un hombre que aprieta la mano de su mujer por última vez? ¿Cómo describir la última y rápida mirada al rostro amado? ¿Cómo se puede vivir cuando la memoria despiadada te recuerda que en el instante de aquella despedida silenciosa tus ojos parpadearon para esconder la grosera sensación de alegría que experimentaste por haber salvado la vida? ¿Cómo puede ese hombre enterrar el recuerdo de su esposa, que le depositó en la mano un paquete con el anillo de boda, algunos terrones de azúcar y unas galletas? ¿Cómo puede seguir viviendo al ver el resplandor rojo inflamarse en el cielo con fuerza renovada? Ahora las manos que él ha besado deben de estar ardiendo, los ojos que se iluminaban con su llegada, sus cabellos cuyo olor podía reconocer en la oscuridad; ahora arden sus hijos, su mujer, su madre. ¿Cómo es posible que pida un lugar más cercano a la estufa en el barracón, que sostenga la escudilla bajo el cucharón que sirve un litro de líquido grisáceo, que repare la suela rota de su bota? ¿Es posible que golpee con la pala, que respire, que beba agua? Y en los oídos resuenan los gritos de los hijos, el gemido de la madre.

 

2 comentarios:

Mari Carmen dijo...

Felicitarle por su blog, por sus reseñas y, por esta última sobre la espléndida novela de Grossman. El fragmento extraído me recuerda las reflexiones que dejó en su obra 'Más allá de la culpa y la expiación.
Tentativas de superación de una víctima de la violencia'
el escritor Jean Amery: "Es, creo, dominio público que el prisionero del campo no vivía puerta con puerta, sino en la misma estancia de la muerte. La muerte estaba omnipresente. Las selecciones para la cámara de gas se realizaban a intervalos regulares. Por una nadería, los presos eran ahorcados en el patio, y al son de una alegre música de marcha, los camaradas eran obligados a desfilar - ¡atención a la derecha!- ante los cuerpos que se balanceaban en el patíbulo. Se moría en masa, en el lugar de trabajo, en la enfermería, en búnker, en el barracón… Tales eran las condiciones bajo las que el hombre de espíritu se enfrentaba a su fin.
En el campo de concentración, el espíritu se declaraba incompetente. Fracasaba como instrumento útil para superar los problemas planteados… La belleza no era más que una ilusión. El conocimiento se manifestaba como simple juego de conceptos. La muerte se desvelaba en toda su ininteligibilidad".
Recomendar también: 'Todo fluye', 'Años de guerra', 'Por una causa justa' y El libro negro, escrito en con colaboración Iliá Erenburg todos ellos editados por Galaxia Gutenberg y traducidos al español.

Alberto San Segundo dijo...

Gracias, Mari Carmen, por tu participación, por el interesante texto y por tus recomendaciones.

Muchas gracias.

Un saludo cordial